lunes, 16 de septiembre de 2013

Joaquín Romero Salord: El invitado imprevisto. Por Javier Sánchez Villegas

Romero Salord, Joaquín: El invitado imprevisto. Escua, Barcelona, 2010. 123 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

«Este es un pequeño libro que narra una aventura grande: cómo se puede ser feliz en el dolor, cómo se puede ayudar a otros desde la propia necesidad, cómo una silla de ruedas puede ser movida por la robótica de una sonrisa.»


Hace dos años, en el verano de 2011, se celebró en Madrid la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud). El centro educativo en el que yo trabajo se ofreció para acoger peregrinos que llegarían a Madrid. El azar quiso que vinieran 250 jóvenes del Opus Dei de Barcelona. Como consecuencia de esta acogida, me hice amigo del responsable del grupo, Quic Bertrán, que es en la actualidad uno de los directores de la Obra en Cataluña. Desde la JMJ, siempre que viene por Madrid, me llama por teléfono y hacemos el esfuerzo por quedar a tomar algo. La última vez fue hace dos semanas. En mitad de la conversación, pasados los momentos de alegría iniciales, veo que echa mano de su cartera y que saca un libro. Al entregármelo me cuenta brevemente la historia de ese libro y de su autor, lo cual me deja muy impresionado. 

Joaquín Romero Salord es una persona que, cuando era estudiante de Arquitectura Técnica, con 22 años, contrajo una enfermedad diagnosticada como esclerosis múltiple. Esta enfermedad le tiene postrado en la actualidad en una silla de ruedas. Pero es luchador. De hecho, ha montado una empresa con su hermano menor (Ingeniero de Teleco), que se llama BJ Adaptaciones, y se dedica a la domótica, es decir a adaptar viviendas a las necesidades de los clientes. Está teniendo mucho éxito, pues se funda en la propia experiencia que Joaquín va teniendo conforme aumentan sus limitaciones.

Os prometo que el relato de Quic me dejó perplejo. Pero continuó. Sin embargo, lo más importante de todo es cómo lo vive. Tiene una fuerza interior que es capaz de comunicar a los demás. Así, en el libro (cap. 8: Dar testimonio), cuenta cómo su enfermedad le ha posibilitado establecer relaciones con otras personas de corazón a corazón; cómo ha visto la acción de Dios a través de él en la conversión de otras personas; cómo puede iluminar a los demás (con independencia de su situación) dando un sentido profundo a sus vidas desde la fe... En ocasiones, Dios actúa de forma a todas luces inexplicable. Lo que para unos podría ser causa de desesperación, desde la fe puede convertirse incluso en una bendición para otros. El dolor, la enfermedad... no son queridos por Dios, pero pueden llegar a ser ocasión de encuentro profundo con Él. 

En un momento determinado de la conversación, se me ocurrió abrir el libro por el final, por la página 123. Reconozco que sentía una curiosidad enorme por saber cómo terminaba la historia. Me encontré con lo siguiente:

«Cuando llegue mi hora de presentarme, cuando Dios quiera, no tendré la tentación de exponer honores, que no he tenido, sino dolores (...), me detendré a tiempo y me limitaré a decir:
-Joaquín Romero, arquitecto técnico, pecador.

Y espero de la misericordia de mi padre Dios, movida a mi favor por mi madre la Virgen, a la que tanto quiero, que la respuesta sea:
-Te conozco. Entra. Puedes dejar la silla de ruedas en la puerta.»

Joaquín Romero Salord
Se me puso la carne de gallina. No daba crédito ante tanta profundidad y sencillez de la fe de Joaquín. Os juro que casi me emociono con ese párrafo. De repente, yo me sentí pequeño ante el torrente de gracia que fluía hacia mí solamente por haber leído un párrafo... En fin, las cosas del de arriba...

Este libro, por lo que he podido saber, está agotado. No ha seguido el circuito normal de librerías al uso. Así que no lo vais a poder encontrar impreso. Pero no os preocupéis. Joaquín Romero tiene un blog (pinchar aquí) en el que podéis descargar gratuitamente el libro tanto en su versión española como en la inglesa. Se lee con suma rapidez, tanto por tener una letra muy grande, como por sus pocas páginas. Sin embargo, es el típico libro que luego necesita ser rumiado, reflexionado, rezado. No busquéis en él dolor o desesperación, sino todo lo contrario. En el fondo, es un canto a la vida. Os invito a que os dejéis cautivar por él.

Evidentemente, no puedo terminar este comentario a esta obra sin acordarme de dos personas muy cercanas que fallecieron como consecuencia de esta misma enfermedad: mi cuñada Alicia y mi amigo Jesús Sánchez. Los dos tuvieron una vida ciertamente distinta, pero coinciden en la generosidad que les caracterizaba. A ellos les quiero dedicar esta reseña con un corazón desbordante de gratitud. 

Quic, gracias por el libro y por todo lo que he aprendido de Joaquín. Espero que vuelvas pronto por Madrid para que me sigas contando cosas de él. Y a ti, Joaquín, si lees este blog, te quiero dar las gracias también. No te conozco personalmente, pero de alguna manera ya me has conquistado el corazón. Gracias por tu sentido del humor y por tu fe. Que Dios te bendiga.



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