viernes, 27 de enero de 2017

Manuel Fraijó: Avatares de la creencia de Dios. Por Luis Arturo Macías Medina

Fraijó, Manuel: Avatares de la creencia en Dios. Trotta, Madrid, 2016. 328 páginas. Comentario realizado por Luis Arturo Macías Medina (Director del Departamento de Ciencias Religiosas, Universidad Iberoamericana, Ciudad de México).

Frente al proceso de secularización surgen diversas preguntas sobre la fe, el significado de las religiones y de sus símbolos en una sociedad fragmentada. El libro Avatares de la creencia en Dios, de Manuel Fraijó, ayuda a problematizar, en grandes líneas, la realidad del ars credendi desde la perspectiva de un filósofo de las religiones. La propuesta del libro pretende conjuntar diversos textos del autor y unir la experiencia creyente del autor para presentar a modo de introducción los grandes problemas de la fe.

En la trayectoria del autor y su pensamiento conserva el trasfondo la esperanza, en la búsqueda de trascender el presente desolador de un mundo sin Dios. Pone especial énfasis sobre el futuro de la experiencia de fe: “Es posible que vaya ligado a la existencia de grandes creyentes que, al mismo tiempo, sean buenos narradores y no se rindan ante las fatigas de la argumentación”. Esa fue la experiencia del autor, es decir, creer en medio de la adversidad, argumentar desde la filosofía y la teología y narrar mediante la escritura.

De los textos expuestos en el libro se esboza el problema del ars crendendi. En primer lugar encontramos el giro antropológico. Se pierde la dimensión divina para acentuar la experiencia en la subjetividad humana. Sin Dios, ¿cuál es sentido de la religión? Si la religión deja de dar significado a los grandes momentos de la existencia del ser humano; entonces, ¿para qué hablar de religiones y símbolos? Hay quien afirma que sin religión se puede vivir, pero sin ética no. En el giro antropológico, la religión cristiana regresa al estudio sobre Jesús. Lo que en otros tiempos fue piedad cristiana, hoy es ciencia de Jesús. Jesús entonces se vuelve un problema científico. Por un lado, podemos abordarlo desde el método históricocrítico y el resultado será una jesusología. Por otro lado, el método no nos llevará a la cristología.

Si recapitulamos entonces la problematicidad del proceso de secularización, según el autor, se resumiría en tres aspectos básicos: el giro antropológico, la pérdida de significado de la religión y la crisis de Dios, es decir, de Jesús como Cristo. Ahora bien, desde estos tres aspectos se pudiera analizar la compleja realidad religiosa. El autor presenta cuatro textos: 1. Dios y el más allá; 2. Dios y el mal; 3. La espiritualidad laica, y 4. La esperanza y la trascendencia. Cada uno de ellos esboza elementos introductorios a una reflexión filosófica y teológica de la secularización.

En el texto de Dios y el más allá comienza con una breve presentación de los ritos de tránsito de la muerte desde las distintas religiones. Aunque en una apretada síntesis traza el tema. Por el contrario, la muerte desde la antropología filosófica presenta una mayor riqueza. En donde argumenta la necesidad del ser humano por preguntar y explicar el momento de la muerte no solo como la desaparición de lo material. Es desde este punto donde la teología dialoga con la filosofía.

Nuestro autor centra la reflexión en la teología judeocristiana, en el significado de la resurrección para el pueblo de Israel y después el cristiano. En el primero, la resurrección tiene el sentido de memoria passionis de los que murieron y acumularon más dolor. La resurrección es ese espacio en donde se logran trascender todas las dolorosas situaciones humanas. En el cristianismo con la resurrección de Cristo es más radical, pues incorpora en la historia la dignificación de los abatidos, la muerte tiene sentido no en el más allá sino en el aquí y ahora.

La problematicidad de la resurrección cristiana, apunta Manuel Fraijó, radica en la indemostrabilidad del evento como histórico. San Pablo lo afirma en 1 Cor 15, 3-5 mas la reflexión teológica intenta no atribuirle preponderancia a la demostración histórica del evento. Lo cierto es que en palabras de E. Schweizer se trata de una “seguridad pascual sin garantías”. El autor asume la postura de P. Laín: el cómo sucedió el evento es parte del misterio; el más allá no son más que puntos suspensivos de los que nada podemos decir.

En Dios y el mal el autor cuestiona no únicamente el silencio de Dios frente a los grandes males que aquejan al mundo sino también el silencio de Dios en la cotidianidad. El hombre al no experimentar a Dios frente a los grandes males lo expulsa como criterio de verdad y queda el sentimiento personal como el principal frente al mal. Ante tal situación el autor llama a la reflexión de una nueva comprensión del mal. De otro modo, sin el más allá y sin Dios, afirma Manuel Fraijó, estamos en línea de aceptar a vivir únicamente en el presente.

En el tercer texto habla brevemente sobre la posibilidad de una espiritualidad laica aconfesional. La cual sostiene el autor existe tal posibilidad y es probable. La espiritualidad laica tiene que ver con el cultivo de la interioridad, con la meditación, con la liberación personal y con la capacidad de soledad. Esta es la espiritualidad predominante en la actualidad. No obstante, parece que el autor coincide con la hipótesis de K. Rahner la cual señala que el hombre podrá perpetuarse en lo biológico, en lo técnico y racional; sin embargo, algo habrá muerto en la humanidad y regresaremos a un estado de termita.

La realidad del proceso de secularización cuestiona a fondo nuestra religión y fe. Sin embargo, ella no tiene la última palabra. Manuel Fraijó, en la línea de P. Laín y X. Zubiri, reconocerá la apertura a la esperanza y la trascendencia. ¿Qué es en el hombre la esperanza? ¿Puede el hombre vivir sin ella? La respuesta es, no. La esperanza es “espera confiada”, el elemento constitutivo de la estructura antropológica del ser humano. La esperanza puede ser también la religación y por qué no, una vuelta a la trascendencia y a la religión. Es probable que en la actualidad esos hombres y mujeres creyentes, reflexivos y narradores aconfesionales sean los que indiquen el camino a una nueva experiencia de fe.

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