lunes, 4 de diciembre de 2017

Francis S. Collins: ¿Cómo habla Dios? Por Miguel Lorente Páramo

Collins, Francis S.: ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe. Temas de Hoy, Madrid, 2007. 375 páginas. Traducción de Alejandra de la Torre Fernández. Comentario realizado por Miguel Lorente Páramo.


El autor, médico genetista, director del Instituto Nacional para la investigación del Genoma Humano, recibió el Premio a la Investigación Príncipe de Asturias en 2001, y ha escrito más de 500 artículos y libros de medicina. El tema del libro no es de ciencia pura sino de carácter testimonial. Se trata de una autobiografía con el fin de hacer transparente su posición de científico frente a la fe religiosa. Con admirable estilo literario describe sus años de juventud en los que se aferra a un ateísmo recalcitrante hasta llegar a una fe gozosa, producida por la experiencia de Dios de algunos enfermos terminales que él visitaba. El motivo de escribir su libro ha sido el deseo de ayudar a otras personas, especialmente a científicos, a responder a los interrogantes que la ciencia no es capaz de hacer. Pronto se dio cuenta de que «la ciencia, a pesar de sus incuestionables poderes para revelar los misterios del mundo natural, no me llevaría más lejos para resolver la cuestión de Dios». La postura epistemológica de Collins es la que se acepta en la filosofía de la ciencia contemporánea, según la cual a partir de los datos de la observación se construyen leyes universales que sirven para hacer predicciones. 

En ninguna parte del libro afirma Collins que pretenda encontrar «evidencia científica de la fe» (como se ha traducido el subtitulo del libro), ya que ésta cae fuera de la experiencia de los sentidos. Sería más correcto traducirlo como «un científico presenta evidencia para creer».

El argumento del autor para demostrar la existencia de Dios se basa en el hecho de la ley moral, que no se puede someter al método científico. De este deseo de la ley moral, que rige nuestra existencia, se deduce la existencia de un Ser supremo, origen y fin de nuestra vida. Pero como dice Hans Küng en su libro ¿Existe Dios? del mero hecho del deseo no se sigue necesariamente la existencia de Dios.

Este Dios es el ser inteligente creador del Universo que descubre la ciencia y que le hace exclamar a Collins «Dios nos habla por el lenguaje del genoma humano», como un día diría George Smoot después de los descubrimientos del satélite COBE: «Hemos visto el rostro de Dios», aunque ambas afirmaciones desbordan los límites de la ciencia.

Collins aplica la problemática ciencia–religión al tema de la evolución. Reconoce que en este tema se da la batalla entre los que defienden la verdad de la ciencia y los de la verdad teológica por separado. En particular, presenta el creacionismo de la Tierra Joven opuesto a la ciencia y, por consiguiente, inadmisible. También ataca la teoría del Diseño Inteligente porque incluye un elemento no científico —el diseñador involucrado en el curso de la evolución— en una teoría puramente científica.

Por último presenta su teoría de la Evolución Teísta en seis premisas que, en mi opinión, adolecen de tres ausencias: una prueba convincente de la existencia de Dios basada en el orden moral, una aclaración del método y contenidos de la ciencia y la teología para una posible síntesis de ambas, que no puede ser otra que a través de la filosofía, y una explicitación del proceso por el que Dios actúa en la evolución y que no basta con decir que Dios actúa por las causas segundas.

Sin duda nos encontramos ante un libro cuyo autor presenta un testimonio personal que puede ayudar a los científicos que se encuentran perplejos ante la fe y al que, a pesar de abundar en la bibliografía reciente, le falta una elaboración teológica del tema.


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