Laboa, Juan María: Jesús en Roma. Khaf, Madrid, 2013. 182 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
Un sueño. Todo ha sido un sueño. Esto nos puede desilusionar, desesperanzar... o ponernos en movimiento. Los sueños configuran nuestras vidas y nos estimulan a seguir adelante, sabiendo que lo más seguro es que nunca los podamos alcanzar, pero nos marcan el norte, el camino y no los podemos obviar. Si viviéramos de los sueños y no saliéramos de ellos, nos convertiríamos en lunáticos, en personas utópicas (con permiso de Tomás Moro) cuya existencia estaría alejada de la realidad. Por el contrario, si no tuviéramos ningún sueño, nuestra vida se acabaría, seríamos como zombies, muertos en vida. Por tanto, los sueños son fundamentales. Dime cuáles son tus sueños y te diré quién eres.
La lectura de esta novela de José María Laboa (del cual ya hemos hablado en el comentario de otra obra suya -ver aquí-) me ha hecho pensar bastante. En primer lugar, porque me ha trasladado a un mundo y a unos personajes que me han encantado. ¿Qué pasaría si Cristo se presentara de repente en Roma? En segundo lugar, porque me he sentido invitado a poner nombre y apellidos a mis propios sueños. ¿Cuáles son mis sueños con respecto al mundo, a mi familia, a la Iglesia...? En definitiva, porque de alguna manera me he visto impelido a valorar cuánto de mi vida debe cambiar para que mis sueños se cumplan. En este sentido, quiero dar la enhorabuena a Laboa, pues ha sido capaz de poner palabras a algo que realmente es complicado: cuáles son sus sueños con respecto a la Iglesia. Para ello, se ha introducido en la piel del mismo papa Benedicto XVI y ha dado rienda suelta a sus sueños con respecto a la Iglesia. No pretende en ningún momento (así lo he percibido yo) criticar la institución, sino simplemente tratar de reflejar si la Iglesia lo está haciendo bien. En este sentido, voy a dejar al propio Laboa que se explique.
"¿Qué pasaría si Cristo se presentara de improviso en Roma y se encontrara de tú a tú con los cristianos en ella residentes? ¿Cómo se sentirían estos al comparar su modo de vivir con las exigencias del Maestro? ¿No quedarían tristemente al descubierto la prepotencia, intolerancia, juicios egoístas y fatuos de tantos creyentes sobre los demás? ¿Cómo se justificarían ante una mirada que no necesita justificación ni argumentos para señalar tanta inconsistencia y falta de amor?
Por otra parte, si un no creyente o un alejado de la Iglesia se topara con Cristo, ¿no escucharía la Buena Nueva en su propio manantial, como una interpelación gozosa sin los tics de los creyentes, con la convicción y la ternura propios de Dios? ¿No descubriría con sorpresa que Cristo sigue siendo la única piedra angular? El encuentro diáfano con Cristo para quienes se han sentido expulsados de la Iglesia o se han marginado voluntariamente, motivados por tanta farfolla envolvente, que desnaturaliza la presencia de Dios, constituye un anuncio de salvación.
Estas páginas configuran una parábola alegre, desenfadada y llena de cariño; un sueño al estilo de Hume y Martini; una idea de Iglesia vivida y sentida desde dentro. Pretenden resituar nuestra fe en Jesús, al tiempo que diferenciar lo nuclear del cristianismo de cuanto los siglos han ido depositando en nuestra vida: ritos, costumbres, vivencias e insitituciones. No se trata de cuestionar la institución sino de constatar si lo estamos haciendo bien.
«Vosotros no así», nos señaló Jesús, consciente de que nuestra tentación primordial a lo largo del tiempo consistiría en pensar y actuar tal como el mundo lo hace, incluso, ocultándolo con piadosas manifestaciones. Su sola presencia provoca un examen personal e institucional, constituye un aldabonazo en nuestra conciencia, golpea nuestra rutina y egoísmo.
La parábola es envolvente, solo tiene sentido si se lee entera, porque la narración constituye un todo que se va completando y entrecruzando a medida que los diversos episodios van explicándose y enriqueciéndose mutuamente.
Los creyentes en el sepulcro vacío tenemos una sorprendente capacidad de llenarlo con instituciones, panoplias, apariciones, ritos, puntillas y títulos colorados. Tras cuarenta años de enseñanza de la Historia de la Iglesia, me pregunto con inquietud y curiosidad en qué medida este relleno corresponde al proyecto de Jesús. Solo lo sabremos cuando nos encontremos con él cara a cara".
El libro de Laboa es su sueño de Iglesia puesto en manos de Benedicto XVI, el papa que ha pasado a la historia (desde mi punto de vista) por dos cosas al menos: por ser el papa que supo ser generoso y renunció porque no se encontraba con fuerzas, y por ser el papa que apostó por las órdenes religiosas y no por los llamados movimientos "neocons". Con valentía el autor toca muchos palos, probablemente no todos los que albergan sus sueños (mi sensación es que deja al margen algunos de los que levantan ampollas). Pero aún así está bien. Puedes sentirte identificado en muchos de ellos. En otros con matices. Sin embargo, el fundamento está bien claro. ¿Qué tiene que ver el mensaje y el estilo de vida de Jesús con el mensaje y el estilo de vida de la Iglesia en la actualidad? Dos momentos me han llamado la atención. Primero, cuando Jesús se sube a un escenario en mitad de un concierto de rock ante 30.000 jóvenes y consigue que le escuchen y que cambien sus corazones. Segundo, cuando Pedro visita la Basílica de san Pedro. Demasiados sentimientos encontrados, sinsentidos e incomprensiones por parte del pescador. Al final, Jesús se deja encontrar en la capilla de las Hermanas de Jesús (bonito detalle en honor del gran Charles de Foucauld), en donde habla a la curia. El mensaje que transmite allí es impresionante.
Decía el cardenal Suenens (arzobispo de Bruselas-Malinas): "Dichosos los que sueñan sueños y están dispuestos a pagar el precio para que se hagan realidad". En el momento en el que estoy escribiendo este comentario, me acaba de llegar la noticia de que hay fumata blanca. ¿Quién será el nuevo papa? ¿Cuáles serán sus sueños con respecto a la Iglesia y al mundo? ¿Estará dispuesto a pagar el precio para que se hagan realidad?...
¡Francisco I! ¡El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio! El primer papa no europeo de la historia de la Iglesia. Parece que pueden venir nuevos tiempos para la Iglesia y para el mundo. Mi deseo: que la Iglesia (y todos los que formamos parte de ella) sea un fiel reflejo de Jesús en el mundo. Amén.
Y tú, ¿cuáles son tus sueños? ¿Estarías dispuesto a pagar el precio para que se hicieran realidad? Si te encontraras cara a cara con Jesús, ¿qué piensas que te diría? La novela de Laboa te puede ayudar a centrar estas cuestiones. El resto, para variar, depende de ti. ¡Ánimo!
"¿Qué pasaría si Cristo se presentara de improviso en Roma y se encontrara de tú a tú con los cristianos en ella residentes? ¿Cómo se sentirían estos al comparar su modo de vivir con las exigencias del Maestro? ¿No quedarían tristemente al descubierto la prepotencia, intolerancia, juicios egoístas y fatuos de tantos creyentes sobre los demás? ¿Cómo se justificarían ante una mirada que no necesita justificación ni argumentos para señalar tanta inconsistencia y falta de amor?
Por otra parte, si un no creyente o un alejado de la Iglesia se topara con Cristo, ¿no escucharía la Buena Nueva en su propio manantial, como una interpelación gozosa sin los tics de los creyentes, con la convicción y la ternura propios de Dios? ¿No descubriría con sorpresa que Cristo sigue siendo la única piedra angular? El encuentro diáfano con Cristo para quienes se han sentido expulsados de la Iglesia o se han marginado voluntariamente, motivados por tanta farfolla envolvente, que desnaturaliza la presencia de Dios, constituye un anuncio de salvación.
Estas páginas configuran una parábola alegre, desenfadada y llena de cariño; un sueño al estilo de Hume y Martini; una idea de Iglesia vivida y sentida desde dentro. Pretenden resituar nuestra fe en Jesús, al tiempo que diferenciar lo nuclear del cristianismo de cuanto los siglos han ido depositando en nuestra vida: ritos, costumbres, vivencias e insitituciones. No se trata de cuestionar la institución sino de constatar si lo estamos haciendo bien.
«Vosotros no así», nos señaló Jesús, consciente de que nuestra tentación primordial a lo largo del tiempo consistiría en pensar y actuar tal como el mundo lo hace, incluso, ocultándolo con piadosas manifestaciones. Su sola presencia provoca un examen personal e institucional, constituye un aldabonazo en nuestra conciencia, golpea nuestra rutina y egoísmo.
La parábola es envolvente, solo tiene sentido si se lee entera, porque la narración constituye un todo que se va completando y entrecruzando a medida que los diversos episodios van explicándose y enriqueciéndose mutuamente.
Los creyentes en el sepulcro vacío tenemos una sorprendente capacidad de llenarlo con instituciones, panoplias, apariciones, ritos, puntillas y títulos colorados. Tras cuarenta años de enseñanza de la Historia de la Iglesia, me pregunto con inquietud y curiosidad en qué medida este relleno corresponde al proyecto de Jesús. Solo lo sabremos cuando nos encontremos con él cara a cara".
Juan María Laboa leyendo un libro del papa emérito Benedicto XVI |
Decía el cardenal Suenens (arzobispo de Bruselas-Malinas): "Dichosos los que sueñan sueños y están dispuestos a pagar el precio para que se hagan realidad". En el momento en el que estoy escribiendo este comentario, me acaba de llegar la noticia de que hay fumata blanca. ¿Quién será el nuevo papa? ¿Cuáles serán sus sueños con respecto a la Iglesia y al mundo? ¿Estará dispuesto a pagar el precio para que se hagan realidad?...
¡Francisco I! ¡El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio! El primer papa no europeo de la historia de la Iglesia. Parece que pueden venir nuevos tiempos para la Iglesia y para el mundo. Mi deseo: que la Iglesia (y todos los que formamos parte de ella) sea un fiel reflejo de Jesús en el mundo. Amén.
Y tú, ¿cuáles son tus sueños? ¿Estarías dispuesto a pagar el precio para que se hicieran realidad? Si te encontraras cara a cara con Jesús, ¿qué piensas que te diría? La novela de Laboa te puede ayudar a centrar estas cuestiones. El resto, para variar, depende de ti. ¡Ánimo!
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