Pittet, Daniel: Le perdono, padre. Sobrevivir a una infancia rota. Mensajero, Bilbao, 2017. 226 páginas. Prólogo del Papa Francisco. Traducción de M.M. Leonetti y José Pérez Escobar. Comentario realizado por Gemma Fraile.
No tenía ganas de leer este libro. Es un tema crudo y amargo (aunque tan necesario). Daniel Pittet no solo es una víctima de abusos por parte de un sacerdote. Sabe escribir y narrar su historia. Te engancha su franqueza y su falta total de rencor o veneno contra los que miraron hacia otro lado o contra su abusador. Es tan raro de ver en estos días un perdón tan diáfano y lúcido, que el regusto final del libro es de gozo: es una alegría que este libro haya sido escrito, y este es el camino por el que la Iglesia debe caminar en el tema de los abusos.
No es lo mismo escribir un libro en general, que escribir tu dolorosa historia y mostrarla al mundo con tanta claridad. Es posible que el autor se haya reservado algo para sí mismo, pero parece que ha sido poco, y es algo muy valiente, ya que, como él mismo reconoce “denunciar es algo muy complejo”.
Aun siendo un tema profusamente tratado en los medios, no solo la Iglesia, sino la sociedad, tienen dificultades para comprender a fondo la naturaleza del sufrimiento por el que pasan las víctimas de abusos, y por lo tanto, pocas herramientas para detectarlos y combatirlos. En este sentido, el libro también es muy iluminador y Pittet habla con claridad sobre los recelos que ha encontrado, aunque su generosidad le hace hablar mucho más de la ayuda que ha recibido y de los que le han acompañado en el camino.
Un hombre con tanto corazón y lucidez, que confiesa: "No vivo muy bien, pero en fin, vivo de la mejor manera posible".
No es lo mismo escribir un libro en general, que escribir tu dolorosa historia y mostrarla al mundo con tanta claridad. Es posible que el autor se haya reservado algo para sí mismo, pero parece que ha sido poco, y es algo muy valiente, ya que, como él mismo reconoce “denunciar es algo muy complejo”.
Aun siendo un tema profusamente tratado en los medios, no solo la Iglesia, sino la sociedad, tienen dificultades para comprender a fondo la naturaleza del sufrimiento por el que pasan las víctimas de abusos, y por lo tanto, pocas herramientas para detectarlos y combatirlos. En este sentido, el libro también es muy iluminador y Pittet habla con claridad sobre los recelos que ha encontrado, aunque su generosidad le hace hablar mucho más de la ayuda que ha recibido y de los que le han acompañado en el camino.
Un hombre con tanto corazón y lucidez, que confiesa: "No vivo muy bien, pero en fin, vivo de la mejor manera posible".
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