Gérardin, Oliveto: Confesiones de un joven monje. PPC, Madrid, 2019. 357 páginas. Traducción de María Jesús García González. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
Hay libros que te seducen desde la primera página. Libros en los que el autor pone su vida en manos del lector. Libros inspirados que requieren de la misma inspiración para poder ser leídos en profundidad, con el mismo Espíritu con el que el autor lo ha escrito.
El autor es Oliveto Gérardin, monje benedictino de la abadía de Notre-Dame de Maylis, situada en Chalosse, en el departamento francés de las Landas. Es joven (38 años) y, como él mismo dice, se hizo monje en el año 2000, siendo consciente de que su decisión era total y absolutamente contracultural. Su objetivo: beber de la fuente. Él se considera enamorado de la sabiduría monástica, que "afecta a lo universal, sencillamente porque es humana. Evita los excesos, busca el equilibrio, aspira a la unidad, huye de la dispersión".
¿Objetivo del libro? Llevarnos a la búsqueda de la simplicidad. Para ello, Gérardin nos invita a realizar una visita al monasterio, comenzando por lo más exterior, los lugares físicos: la iglesia del monasterio, la portería, la hospedería, la sacristía, el refectorio y la cocina, el claustro, la sala capitular, el noviciado y la enfermería, los talleres, la sala común, la biblioteca y la celda. Estos lugares dicen más de lo que habitualmente se cree. Luego descubriremos la experiencia de la vida en comunidad y sus dinámicas esenciales: la fraternidad, el canto, el tiempo, el silencio, el diálogo, la obediencia, el abad, las tensiones... Por último, nos adentraremos en el corazón del monje, en la intimidad de quien vive frente a sí mismo y frente a Dios.
Oliveto Gérardin nos va a llevar de la mano en este itinerario, proponiéndose a sí mismo como guía, pero con humildad. Él es consciente de que "mi obra no está muy avanzada, pero me gustaría mucho dejar que os asomarais desde el brocal para mirar y para ver más allá de lo que se ve desde el exterior. Puede que veáis también un poco de luz brillante en el agua que empieza a brotar". No obstante, él quiere iniciar un diálogo respetuoso que nos invite a trabajar sobre nosotros mismos. Él, como autor, ya ha hecho un camino. Ahora nos toca a nosotros, como lectores, hacerlo nuestro y seguirlo. No, no se trata de que nos vayamos todos a una abadía. No. Pero, ¿no buscamos en el fondo esa agua de vida que sacia realmente la sed? ¿No somos todos un poco como la samaritana que dialogaba con Jesús junto al pozo? Un libro nunca sacia la sed. Pero este en concreto muestra un camino que está recorriendo un joven monje en su abadía. Lo importante no es lo que escribe, sino el camino. En el fondo, es una invitación. ¿Te atreves?
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