Manning, Olivia: La gran fortuna. Libros del Asteroide, Madrid, 2020. 448 páginas. Traducción de Eduardo Jordá. Comentario realizado por Jorge Sanz Barajas (Colaborador del Centro Pignatelli, Área de Cultura. E-mail: jsanzbarajas@gmail.com).
Olivia Manning, una extraña en Bucarest, 1939
Si usted quiere leer una buena novela sobre la Segunda Guerra Mundial, seguramente se inclinará por autores consagrados como Eric Vuillard, Irène Némirovsky, Primo Levi, Stefan Zweig, Joseph Joffo, Curzio Malaparte o Vasili Grossman. Déjeme decirle algo: leer a Olivia Manning es una experiencia que no debe perderse. Es quizá la mejor escritora inglesa de su generación, apenas conocida en nuestro país porque no contamos más que con un par de viejas traducciones, hasta que Eduardo Jordá ha emprendido la excelente tarea de traducirla para Libros del Asteroide.
Olivia Manning es una escritora extraordinaria, meticulosa y mordaz como pocas, que lleva años sin que nadie le ponga el dedo encima de sus libros. Inexplicable, porque es sencillamente extraordinaria. Su Trilogía Balcánica, compuesta por La gran fortuna, The Spoilt City y Friends and Heroes son, junto a la Trilogía del Levante, el gran fresco de la guerra mundial en el sur de Europa y el Medio Oriente. En 1987, la BBC rodó una serie de gran éxito protagonizada por Emma Thompson y Kenneth Branagh. Y, sin embargo, el mercado editorial español no le ha prestado la menor atención hasta ahora.
Olivia Manning escribió La gran fortuna, primer libro de esta Trilogía Balcánica, a los cincuenta y dos años, una vez había cuajado en ella una intensa experiencia en Rumanía junto a su marido, Reginald Donald “Reggie” Smith, ferviente socialista, profesor itinerante del British Council y tipo sociable hasta la extenuación. Se habían conocido poco antes de ese viaje. De hecho, Reggie quiso entrevistarla porque había quedado fascinado por una novela de Manning, The wind changes, ambientada en el Dublín bélico de 1921, donde una mujer vive enfrentada al dilema de una doble relación con un patriota irlandés y un escritor inglés prorrepublicano. Al parecer, cuando se casaron, Olivia no sabía aún que iba a ser destinado a Bucarest y que Reggie era espía de la Unión Soviética. Sabemos que ella fue consciente de esta faceta de su marido más adelante porque compartió con sus allegados sus sospechas de que tenían el teléfono intervenido a su regreso a Reino Unido, en 1945, pero no tenemos certeza de la fecha en que conoció esta doble vida. Reggie había sido reclutado por el célebre agente Anthony Blunt, agente doble de la KGB y del MI5, insigne profesor de arte en el Trinity College y uno de “los cinco de Cambridge”. La pareja llegó a Bucarest en el Orient Express el mismo día en que Gran Bretaña le declaraba la guerra a Alemania. Ahí empieza la novela, en un delirante y detallado viaje que Manning traza con su inaudita capacidad de observación y un minucioso detallismo en la pintura de caracteres como de atmósferas. Es soberbio el manejo del lenguaje y la habilidad para desplazar la voz narrativa hasta el más recóndito y alucinante rincón de la decadente Bucarest. El lector paseará entre una galería de hampones, nobles desclasados, falsos príncipes, mercachifles de la miseria, pedigüeños, tahúres, intelectuales de pacotilla, periodistas sin periódico, buscavidas, agentes dobles, crápulas y burócratas estériles que se buscan la vida como pueden mientras el rey de Rumanía derriba la maravillosa ciudad antigua, que fue conocida como “la París de oriente”, para construir una plaza donde pueda ver los desfiles desde su balcón y los nazis rumanos de la Guardia de Hierro ya están en pie de guerra para ocupar el poder de inmediato.
La novela retrata una sociedad que a Manning le resulta extraña e inhóspita. Su retrato de Bucarest es preciso, detallista y casi entomológico. Una ciudad que parece no haber evolucionado desde la Edad Media, llena de bichos y mendigos que asaltan al paseante y tiran de él sin conmiseración recíproca alguna. Una ciudad donde ricos y pobres se comportan como campesinos sin desbastar. Una ciudad con un aura maravillosa y un clima tan turbio como el fango del río Dâmbovița.
Olivia Manning consigue retratar la caída del imperio como lo hicieron Ödön von Horváth, Joseph Roth o Stefan Zweig, sin embargo, en ella no existe la mirada melancólica de estos escritores sino una visión propia del confinamiento extrañado de alguien que no comprende por qué debe estar ahí, qué diablos hace toda aquella gente, cómo es posible que hayan pasado siglos viviendo así y por qué nadie hace nada para cambiarlo. La ironía, a veces sarcástica, de Manning es deliciosa, y es deliciosamente británica esa distancia que es capaz de tomar, incluso de sí misma en el papel de Harriet Pringle, que debe acompañar a su marido Guy, conferenciante del British Council.
A La gran fortuna le siguieron dos novelas más, The Spoilt City (1962) y Friends and Heroes (1965), completando la Trilogía de los Balcanes, y The Danger Tree (1977), The Battle Lost and Won (1978) y The Sum of Things (1980) que completaron The Levant Trilogy. Las dos primeras novelas son, quizá, el retrato más vivo del Bucarest decadente de primer tercio de siglo. Manning abandonó la ciudad camino de Grecia poco antes de que los alemanes ocuparan Rumanía. Reggie la acompañó una semana después, en un épico vuelo de Lufthansa uno de esos días en que la mayoría de los vuelos se desviaban hacia Alemania o Italia. Esa experiencia griega constituye la base de la tercera novela de la Trilogía de los Balcanes. Poco después, Grecia entró en guerra contra Alemania y el periplo del extraño matrimonio Smith-Manning continuó por Alejandría, El Cairo, Jerusalén, y Chipre, antes de que regresaran a Inglaterra en 1945.
Olivia Manning, la autora |
Estamos ante una novela-galería en la que docenas de personajes pululan sin rumbo. Hay pocas dominantes en las que todos ellos coincidan; quizá las dos que mejor mueven los hilos de la historia se engranan en Harriet, siendo compartidas por todos: la incertidumbre y el desamor, dos fuerzas terribles que son capaces de devastar el mundo cuando se entrecruzan. Cuando estas dos fuerzas se mezclan en medio de una guerra, la única opción para sobrevivir. La guerra convierte el desamor en deslealtad y cobardía, los dos sentimientos más destructivos para el ser humano. Pese a todo, esa mujer huraña y extraña, que Lawrence Durrell caricaturizó como “el búho ganchudo”, fue capaz de tomar distancia suficiente como para dibujar un fresco de época certero y vivaz. Quizá, la mejor novela sobre la Segunda Guerra Mundial que haya leído usted nunca.
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