Fraijó, Manuel: Semblanzas de grandes pensadores. Trotta, Madrid, 2020. 462 páginas. (Comentario realizado por Leandro Sequeiros (Colaborador de la Cátedra Fco. José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión, de la UPCo).
La revista Razón y Fe intenta, desde su fundación en 1901, ofrecer a un público cristiano y formado unas pistas para vivir su fe en Jesucristo desde las categorías culturales de nuestra época. Desde esta perspectiva, la búsqueda del sentido de la vida en una sociedad multicultural es una tarea apasionante. Y para este tipo de lectores la reflexión compartida con los que pueden denominarse “grandes pensadores” abre horizontes de posibilidad de ser creyentes en el siglo XXI. Desde este marco cultural presentamos este comentario al reciente libro del profesor Manuel Fraijó, catedrático emérito de Filosofía de la religión en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). El autor no solo ha desarrollado una intensa labor magisterial en la Universidad sino que sigue siendo un fecundo conferenciante en el ámbito de la Historia de la filosofía, de la Filosofía de la religión, de la Historia de las Religiones y de la Teología. En estas conferencias, tanto en España como en América Latina, confronta con sus oyentes no solo los resultados de sus estudios sino también la reelaboración continua de sus propias vivencias humanas y espirituales enriquecidas por las aportaciones de los que pueden denominarse “grandes pensadores”.
Por eso, el volumen que aquí comentamos no se incluye en la historia de la filosofía como disciplina del desarrollo del pensamiento humano desde la fría postura del observador. Es más que eso. Este volumen contiene la elaboración personal del profesor Manuel Fraijó del proceso de búsqueda racional del sentido de la vida de 22 grandes maestros del pensamiento, desde Confucio hasta Karl Rahner pasando por figuras tan diferentes entre sí como Martín Lutero, Voltaire, Feuerbach, Nietzsche o Kant. En todos ellos ve el autor elementos positivos que pueden ayudar al lector abierto de mente a su propia reelaboración cognitiva y axiológica. No queramos ver en este volumen una selección de los que podrían ser los “mejores” pensadores de todos los tiempos. Todos los que lo hemos leído coincidimos en que es una selección muy personal del autor y que –desde el punto de vista de cada cual– ni están todos los que son, ni son todos los que están. El autor no ha pretendido en absoluto imponer lo que podrían ser los más profundos, ni los más exóticos, ni los más originales, ni los más provocadores, ni los más influyentes. Esta es una selección muy subjetiva porque en filosofía la subjetividad es un elemento epistemológico fundamental. Valoramos especialmente aquellos pensadores que más se acomodan a las propias estructuras mentales, a las propias preguntas esenciales no respondidas, a los sistemas de valores que construyen el propio sentido de la vida.
Como el mismo Fraijó reconoce al inicio del prólogo, “las conferencias que recoge este libro fueron pronunciadas, casi en su totalidad, en la Fundación Politeia, en Madrid. Solo las conferencias dedicadas a Confucio y a Lutero tienen otro origen: la Fundación Juan March, también en Madrid. (…) La conferencia sobre Karl Rahner, con la que se cierra el libro, fue pronunciada en la Cátedra de Teología Contemporánea del Colegio Mayor Universitario Chaminade, patrocinada por la Fundación Santa María” (p. 9).
En el contexto intelectual de la Fundación Politeia en los años ochenta del pasado siglo surgieron unas conferencias de divulgación sobre grandes figuras del pensamiento. La fundadora y directora de la Fundación Politeia, Jorgina Gil-Delgado de Satrústegui (1921-2013) “grababa las conferencias en magnetófono (-los jóvenes ya no saben qué es este aparato-) y posteriormente, sometiéndose a un trabajo ímprobo, las transcribía y las repartía a los oyentes”.
Manuel Fraijó conservó estos textos “y no pocas veces me pregunté si no sería oportuno reelaborar algunos de ellos para su publicación en forma de libro”. Tras su jubilación académica, el autor retomó estos materiales y comprobó que el estilo oral es muy diferente del estilo escrito. “La lectura de las amarillentas páginas de las conferencias de antaño —prosigue— solo dejaba abiertas dos posibilidades: la papelera o una profunda y laboriosa reelaboración. Opté por la segunda, y este libro es el resultado” (p. 10).
Al leer las páginas de este volumen, desde la óptica siempre afectuosa y benevolente de un amigo del autor a quien conoce desde hace 60 años, y del que ha aprendido muchas cosas, me ha parecido —y así se lo he dicho— que el texto tiene mucho de autobiográfico. Evidentemente, Fraijó no pretendía en sus conferencias (y en los textos escritos) transmitir a sus oyentes (y ahora lectores) un resumen del sistema filosófico de algunos de los grandes pensadores de la historia. El autor se acerca a cada uno de los 22 autores que fueron objeto de una conferencia (o dos) desde la perspectiva de un viajero curioso que desea que cada uno de ellos responda a algunas de las muchas preguntas que una mente y un corazón inquietos desea saber. Los textos de las conferencias abren una ventanita en la mente del conferenciante y permiten penetrar de puntillas en las grandes preguntas sobre el sentido de la vida humana. Este texto del prólogo (p. 12) puede iluminar el camino de la aventura de Fraijó, este viajero en búsqueda del saber, perplejo unas veces y dubitativo otras: “Solo me resta añadir una breve información sobre el contenido del libro. Dejó escrito J.-P. Sartre: ‘Todo ha sido descubierto, salvo cómo vivir’. La filosofía ha sido siempre una invitación a la vida buena y, tal vez, una ayuda para lograrla. No ha ofrecido —no las tiene— recetas para instalarse en ella. Solo algunos pensadores, como Tierno Galván, aspiraban a ‘instalarse perfectamente en la finitud’, en la vida; es la tarea que el ‘viejo profesor’ asignó a los ‘agnósticos’ de nuestros días. (…) Pero por lo general, los filósofos que toman la palabra en las páginas siguientes supieron que no existe instalación perfecta para todos, que existen los desinstalados, los sin sitio, los errantes y los náufragos”.
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