lunes, 18 de julio de 2022

Bert Daelemans: La vulnerabilidad en el arte. Por Ianire Angulo Ordorika

Daelemans, Bert: La vulnerabilidad en el arte. Un recorrido espiritual. PPC, Madrid, 2021. 151 páginas. Comentario realizado por Ianire Angulo Ordorika. 

Bert Daelemans nos tiene acostumbrados a libros que requieren ser leídos a sorbos, porque tienen un fuerte elemento de contemplación y de implicación personal. Es lo que sucede con esta obra, que nos acerca a la vulnerabilidad de puntillas, con la reverencia y el respeto que merece, y lo hace a través de variadas expresiones artísticas en las que el autor descubre cómo se difumina la diferencia entre lo sagrado y lo profano. Desde el prólogo del libro, Daelemans deja clara la diferencia que descubre entre fragilidad y vulnerabilidad. Si bien todo ser humano es esencialmente frágil, él entiende la vulnerabilidad como un modo concreto de vivir esa fragilidad, eligiéndola y orientándola hacia otra persona. Lo que puede parecer debilidad, se convierte así en posibilidad de encuentro, de vínculos y de relación. 

De este modo, la debilidad no es motivo de pesimismo, pues nos abre a la esperanza y nos invita a tejer vínculos con otros y con Otro. De hecho, esta es la dinámica asumida por el Dios cristiano al encarnarse y hacer suya la condición humana, con toda la fragilidad que eso implica. Desde esta perspectiva, Daelemans nos adentra en cuadros, esculturas, danzas y las más variadas expresiones artísticas que, reflejando con belleza lo frágil, nos abren a la experiencia de encuentro interpersonal y con el Señor. Esta dinámica nos permite comprender el tono profundamente contemplativo de la obra que, además, en su segunda edición contará con unas fichas que faciliten la oración personal. 

Siendo un recorrido espiritual, este se hace de la mano de expresiones artísticas que no siempre tienen un carácter explícitamente religioso. El libro aborda treinta obras de arte. De cada una de ellas ofrece una imagen y un texto que nos adentra en ella, facilitándonos descubrir su hondura. Están, además, organizadas y distribuidas en tres partes, las tres diferenciadas visualmente a través de colores diversos que, a su vez, reflejan cierta evolución. La primera de ellas se ocupa de la fragilidad de la vida. En ella se recorren once obras artísticas que presentan la débil y hermosa condición humana. La segunda sección recoge siete obras que expresan la vulnerabilidad divina para, en la tercera parte, rescatar doce expresiones artísticas que, en ese encuentro de entre cielo y tierra, apuntan hacia una fragilidad reconciliada y orientada. 

Estamos ante una obra que nos invita, a través del arte, a mirar de otra manera la fragilidad humana, la nuestra y la ajena. Está escrito para, más que leer, contemplar sin prisa, con un lenguaje tan sugerente y cuidado que asombra que proceda de alguien cuya lengua materna no sea el castellano.


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