Garrido Moreno, Elisa; y Puig-Samper, Miguel Ángel: Santiago Ramón y Cajal. Hasta donde quieras llegar. CSIC, Madrid, 2021. 58 páginas. Comentario realizado por Julio Salvador Salvador.
Resulta motivo de celebración que campañas para acercar al público la vida de grandes figuras de la historia den como resultado obras como la que a continuación se señala. Si años atrás la Real Academia Española publicó una edición escolar del Quijote adaptada por un novelista bien conocido por todos, Arturo Pérez-Reverte, no debe resultar nada sorprendente que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), una institución que tiene sus raíces en la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) creada en 1907, haya publicado en fechas recientes una biografía dirigida al público infantil y juvenil sobre el científico que impulsó y presidió la institución predecesora del Consejo, Santiago Ramón y Cajal.
Esta biografía, que ya desde su mismo título busca avivar vocaciones en apariencia dormidas y que homenajea al principio rector cajaliano, la voluntad, intenta condensar los puntos más llamativos que el propio don Santiago nos descubrió en las dos partes en las que se dividió su autobiografía (Mi infancia y juventud e Historia de mi labor científica). Para ello, los dos autores, Elisa Garrido Moreno, profesora de historia del arte en la Universidad Autónoma de Madrid, y Miguel Ángel Puig-Samper, historiador de la ciencia del CSIC, son conscientes del poder de atracción que sobre un niño o un adolescente puede tener la trayectoria de un científico de andadura aparentemente poco ortodoxa: con un estilo llano y sencillo narran el carácter revoltoso del Cajal niño y el gusto que sentía este por “[…] escaparse al campo para pintar todo lo que le rodeaba en la naturaleza” (p. 13) y lo enlazan con el inicio de su estudio de la medicina. Incluso, se mencionan algunos datos como el periplo militar de Cajal, su interés por la hipnosis o su incursión literaria en el campo de la ciencia ficción.
Dos de las claves que convierten a esta biografía en un librito de gran efectividad para acercar la figura de Cajal ya no solo al público infantil, sino también a otro más maduro, es su estructuración y maquetación. Cada pequeño apartado, de apenas una página, es acompañado de todo tipo de imágenes e ilustraciones, pertenecientes en muchos casos al Legado Cajal o al Archivo Fernando de Castro: algunos de los primeros dibujos artísticos hechos por Cajal, autorretratos fotográficos de su juventud y vejez, dibujos anatómicos, dibujos y placas histológicas, etc. Esta combinación de textos e imágenes determina la forma de presentar cada apartado y, gracias a una cuidadosa distribución espacial, que en algunos casos juega con el tamaño de las imágenes y del texto, en este último caso para introducir conceptos que tal vez desconozcan los lectores escolares (“¿Sabes qué es la histología”, p. 25 “¿sabes qué es la cámara oscura?”, p. 47). En relación con esto destaca la explicación de la teoría neuronal, presentada de manera muy sugestiva con una fotografía de unos astrocitos en el hipocampo y desarrollada en el siguiente apartado (pp. 38 y 39). No parece descabellado, por tanto, pensar en que los dos investigadores encargados de esta biografía escolar hayan tenido en cuenta sus trabajos sobre Alexander von Humboldt, en los que destacan la importancia de la unión de la representación visual con el conocimiento: salvando las distancias, podría decirse que lo aplican a esta obra, en la que la iconografía es fundamental para la labor divulgativa.
En definitiva, este librito es un buen ejemplo no solo de cómo acercar la historia de la ciencia al público infantil y juvenil, sino también de cómo familiarizar a los alumnos de secundaria con la historia más reciente de nuestro país, de la que Cajal es parte fundamental. Pero, además, Santiago Ramón y Cajal. Hasta donde quieras llegar, es una prueba más de lo fructífero que resulta que el mundo académico apueste por colaborar con las anteriores etapas educativas, en una colaboración real que pueda establecer un nexo constante y proactivo para sacar lo mejor de las nuevas generaciones y, por qué no, incentivar su hambre de conocimiento.
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