miércoles, 14 de diciembre de 2022

Hans Küng: 20 tesis sobre ser cristiano. Por Javier Sánchez Villegas

Küng, Hans: 20 tesis sobre ser cristiano. Cristiandad, Madrid, 1977. 104 páginas. Traducción de José María Bravo Navalpotro. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

A veces las casualidades se dan. Sin esperarlo, me he encontrado con este libro, clásico donde los haya, escrito por uno de los teólogos más brillantes e influyentes del siglo XX: Hans Küng. El libro ya tiene sus añitos, es de 1977. Se divide en dos partes. La primera, titulada "20 tesis sobre ser cristiano" (que da título al libro), y la segunda, "16 tesis sobre el puesto de la mujer en la Iglesia y la sociedad". El conjunto es sorprendente. Con las 20 tesis, el autor se marcó como objetivo exponer de forma concisa y clara lo que había escrito en Ser cristiano, publicada originalmente en Alemania en 1974. De esta forma, trataba de que su obra fuera correctamente interpretada, y reducir así las reacciones polémicas que suscitó inicialmente. Con las 16 tesis, publicadas en junio de 1976 en la revista Tübinger Theologische Quartalsschrift, Hans Küng quiso incorporar el mundo femenino a las tesis iniciales.

Las 20 tesis son las siguientes (las transcribo tal cual porque no quiero cambiar ni un punto ni una coma a Hans Küng):

I. ¿Quién es cristiano?
1.- No es cristiano el hombre que nada más procura vivir humanamente, o socialmente, o hasta religiosamente. Cristiano es ante todo, y solamente, el que procura vivir su humanidad, socialidad y religiosidad a partir de Cristo.
2.- Lo distintivo cristiano es Cristo Jesús en persona.
3.- Ser cristiano significa vivir, obrar, sufrir y morir como verdadero hombre siguiendo a Cristo en este mundo de hoy: sostenido por Dios y presto a ayudar a los hombres en la dicha como en la desgracia, en la vida como en la muerte.

IV. ¿Quién es Cristo?
4.- Cristo no es otro que el histórico Jesús de Nazaret: ni sacerdote, ni revolucionario político, ni monje asceta, ni moralista piadoso; sino provocador en todos los sentidos.
5.- Jesús no predicó una teoría teológica ni una nueva ley; tampoco se anunció a sí mismo; solo anunció el reinado de Dios, esto es, la causa de Dios (=voluntad de Dios), que en seguida va a prevalecer y que se identifica con la causa del hombre (=bien del hombre).
6.- Por el bien del hombre, Jesús relativizó de hecho las más santas instituciones y tradiciones: la Ley y el culto.
7.- De esta manera se alzó Jesús con la pretensión de ser el abogado de la causa de Dios y de los hombres. Y ello provocó una decisión radical: no ante un determinado título, un dogma o una ley; sí ante su gozoso mensaje. Pero con ello también se planteó, indirectamente, la cuestión en torno a su persona: ¿No es acaso un maestro de falsedad, un falso profeta, un blasfemo contra Dios, un seductor del pueblo?
8.- La controversia, a fin de cuentas, gira en torno a Dios: Jesús no se remite a un nuevo Dios, sino al Dios de Israel; pero entendido de forma nueva, esto es, como Padre de los perdidos, a quien Jesús personalmente llama su Padre.
9.- El violento final de Jesús estaba ya implícito en la lógica de su actitud para con Dios y para con los hombres. Su violenta pasión fue puro efecto de la reacción de los guardianes de la Ley, el derecho y la moral frente a su pacífica obra: la muerte de cruz viene a ser el cumplimiento de la maldición de la Ley, y Jesús el representante de los transgresores de la Ley, de los pecadores.
10.- No; con la muerte de Jesús no se acabó todo. Esta es la fe de su comunidad: el Resucitado vive para siempre en Dios, como esperanza para nosotros. Resurrección no quiere decir retorno a la vida espacio-temporal ni continuación de la misma, sino asunción en esa inasible y omnicomprensiva, primera y última realidad que llamamos Dios.
11.- La fe en la resurrección no es un complemento, sino la radicalización de la fe en Dios, de la fe en el Dios creador.
12.- Sin la fe en el Resucitado falta confirmación y autoridad a la fe en el Crucificado. Sin la fe en la cruz falta especificidad y resolución a la fe en el Resucitado. El distintivo último del cristianismo es Cristo Jesús en cuanto crucificado.
13.- El nacimiento de la Iglesia solo puede explicarse a partir de la fe en el Jesús resucitado a la vida: la Iglesia es la comunidad de los que han abrazado la causa de Cristo Jesús y la atestiguan como esperanza para todos los hombres.
14.- La diferencia decisiva entre "católico" y "protestante" no reside hoy en determinadas doctrinas tradicionales distintas, sino en las diversas actitudes básicas que han ido tomando cuerpo a partir de la Reforma, pero cuya unilateralidad también puede hoy ser superada e integrada en una auténtica ecumenidad.
15.- La base ecuménica de todas las Iglesias cristianas es la profesión de fe bíblica en Jesús en cuanto Cristo, esto es, en cuanto determinante de las relaciones del hombre con Dios y con los demás hombres. Esta profesión de fe se ha de traducir a cada nuevo tiempo de forma nueva.

III. ¿Quién obra cristianamente?
16.- Lo distintivo de la acción cristiana es el seguimiento de Cristo. Cristo Jesús es la encarnación personal, viva y determinante de su causa: encarnación de un nuevo planteamiento y un nuevo estilo de vida. Por ser una persona histórica concreta, posee Jesús una plasticidad, una perceptibilidad y una realizabilidad que no puede tener ninguna idea eterna, ningún principio abstracto, ninguna norma general y ningún sistema de conceptos.
17.- Para el hombre de hoy Jesús constituye un modelo básico de una manera de ver y vivir la vida, y que ha de verificarse de múltiples formas. El en persona es, para el individuo como para la sociedad, en lo positivo como en lo negativo, una invitación (¡tú puedes!), un llamamiento (¡tú debes!), un reto (¡tú eres capaz!): facilita en concreto una nueva orientación y actitud fundamental, nuevas motivaciones, disposiciones y acciones, un nuevo sentido y una nueva meta.
18.- También para la Iglesia debe seguir siendo Jesús determinante absoluto. La Iglesia únicamente es fidedigna cuando camina en seguimiento de Cristo como Iglesia transitoria, en acto de servicio, consciente de su culpa, decidida. De esto, en cada tiempo, se deben sacar las consecuencias prácticas en orden a la permanente reforma intraeclesial y a la comprensión ecuménica.
19.- En la superación de lo negativo es donde la fe cristiana, como los humanismos no cristianos, tienen su prueba decisiva. Para los cristianos, la plena superación de lo negativo solo tiene sentido a partir de la cruz. El seguimiento de la cruz no significa adoración cultual, ni interiorización mística, ni imitación ética. Significa correspondencia práctica, pluriforme, con la cruz de Jesús; en esta correspondencia, y con plena libertad, el hombre descubre y trata de recorrer su propio camino de vida y dolor.
20.- A la vista de Jesús crucificado, y sin que mengüen para nada sus exigencias de acción, lo que para el hombre en definitiva importa no es su rendimiento (rehabilitación por las obras), sino su confianza incondicional en Dios, en el bien como en el mal, y el sentido último de su vida (rehabilitación por la fe).

Las "16 tesis sobre el puesto de la mujer en la Iglesia y la sociedad", como podrá descubrir cualquier sagaz lector, es la respuesta a tres puntos básicos sobre la mujer y su puesto en el mundo de hoy:
1.- Fundamentos teológicos.
2.- La mujer en la sociedad.
3.- La mujer en la Iglesia.

Lo curioso del tema es que, aunque escritos hace casi cincuenta años, estos textos no han perdido actualidad. Hasta la próxima.


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