Lamarthée Estrade, Pablo: Conocimiento interno. Mensajero–Sal Terrae–UPCo. Bilbao-Santander-Madrid, 2020. 486 páginas. Colección Manresa 75. Comentario realizado por Pascual Cebollada.
Sobrio título, Conocimiento interno, a secas, el de esta elaboración de una tesis doctoral en Teología defendida en la Universidad Pontificia Comillas. Su autor es jesuita, psicólogo y ahora director del Centro de Espiritualidad Ignaciana de Argentina. A partir de esta expresión inserta en los Ejercicios espirituales, tan poco frecuente como significativa, lleva a cabo una interpretación de este librito clásico. Su objetivo es iluminar el texto desde la perspectiva propia de esta clave y, dada la peculiaridad de los Ejercicios, ayudar a hacerlos mejor, no solo a comprenderlos con más facilidad. El resultado final del libro recién publicado se aprovecha de un primer estudio del autor sobre el conocimiento interno realizado años atrás, así como de más de diez años de práctica de la propuesta ignaciana y otros retiros similares en su país, la República Oriental del Uruguay.
El hecho de que Pablo Lamarthée también sea psicólogo no le ha impedido llevar a cabo un oportuno deslinde de campos entre esta disciplina y la Espiritualidad, así como captar posibles colaboraciones entre ambas que aparecen en diversos momentos del tratamiento del “conocimiento interno”. También ha sabido abordar el terreno de la mística con la debida autonomía con respecto a otros conocimientos que podían quizá haber estorbado esta aproximación más decidida a la unión con Dios por medio precisamente del “conocimiento interno”. Su vasto conocimiento de la tradición ignaciana le permite también –aun sin casi salirse de los Ejercicios– situarlos en el conjunto del pensamiento del fundador de la Compañía de Jesús.
El “conocimiento interno”, factor integrador, tiene que ver directamente con dos elementos centrales en los Ejercicios espirituales: el hombre y Jesucristo. Acerca del primero, el P. Lamarthée desentraña minuciosamente su funcionamiento interior en su entendimiento, imaginación, afecto y acción, relacionando siempre el conocimiento con el proceso de los Ejercicios a lo largo de las cuatro Semanas, no solo de la Primera. Este es el hombre que reconoce su pecado, al principio, y desea conocer al Señor a partir de la Segunda Semana.
Es en su relación con Jesucristo –de conocimiento, amor, seguimiento–, cuando el hombre, sin dejar de ocupar su lugar ante Dios como criatura, sale de sí mismo hacia su objeto, que se sitúa en el centro de su atención y será la medida de su comportamiento. Cuando el ejercitante llega al final y conoce todos los “bienes recibidos”, cae en la cuenta de que el mayor de todos estos regalos ha sido esa presencia de Cristo, a quien ha tenido la suerte de contemplarlo desde muchos ángulos. El “conocimiento interno”, entonces, se amplía a todo, pero con la clave de Jesucristo, con quien el ejercitante se ha implicado en una relación personal.
Estas páginas, que se proponen evitar tecnicismos y formulaciones esotéricas, proporcionan una explicación muy completa de este proceso ignaciano y son especialmente útiles para quien desee guiar a otros en esta experiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario