Rodríguez Olaizola, José María: Me sedujiste. Historia de una búsqueda. Sal Terrae, Santander, 2023. 111 páginas. Colección "Servidores y testigos" 178. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
Pues sí, lo he leído en dos sentadas. Reconozco que yo me encuentro muy lejos existencialmente de la cuestión que alumbra este libro: "¿Qué le dirías a un joven que quisiera ser jesuita hoy?", más que nada porque las preguntas fundamentales de mi vida ya las he contestado (casado con tres hijos). Pero me ha animado la curiosidad y el hecho de pensar que, seguramente, habría bastantes cosas en común entre una vocación (la de ser jesuita) y la otra (la de ser casado), y que, como consecuencia, la lectura de este libro me enriquecería. Efectivamente, así ha sido.
José María Rodríguez Olaizola, para los seguidores de este blog, no necesita presentación. No obstante, y de una forma breve, tal y como aparece en el propio libro, se dice de él que nació en Oviedo en 1970 y que es jesuita y escritor. En las editoriales Sal Terrae y Mensajero ha publicado numerosas obras, entre las que se encuentran Bailar con la soledad, Contemplaciones de papel, En tierra de todos y Cuando llegas.
Este libro no es una carta, ni un diario, ni un monólogo. Es una respuesta a una inquietud. Es el eco de un corazón que se caracteriza por la búsqueda y que piensa que todo su ser está inmerso en un proceso de seguimiento, pero que no se conoce a ciencia cierta a dónde lleva. Es la historia de una búsqueda (como reza el subtítulo) cuyo motor es, por encima de cualquier otra circunstancia, el amor. El amor a Dios y a su proyecto. El amor radical que invita a una respuesta. La clave es esta: la apuesta de una vocación religiosa nace de una afirmación: creo en Dios. Creo que Dios es personal, no un principio distante y ajeno. Creo en el Dios revelado en Jesucristo y en su propuesta, su proyecto, el horizonte que pone para la creación, para el ser humano y para mi vida (p. 24). Cierto, Dios no es una teoría, ni un concepto, ni una ideología. Es un ser personal que nos habla en nuestro idioma y desde nuestra vida. Por este motivo, todos tenemos vocación. Pero cada uno debe encontrar su lugar.
Tras indicar en qué consiste la vocación a la vida religiosa, Olaizola se detiene a explicar lo característico de esta vocación: los votos. Sí, los tres famosos votos de pobreza, castidad y obediencia. El autor analiza cada uno de ellos y concreta cómo se viven dentro de la Compañía. Así, la pobreza es un voto de libertad, el de castidad es un voto de amor, y el de obediencia es un voto de humildad. Y se viven no como una cuestión de capacidad, sino como una cuestión de pasión y de convicción.
Todo esto se vive en un contexto de Iglesia. Una Iglesia que es una, pero no es homogénea. Es santa, sí, y pecadora también. Es católica, porque está llamada a ser universal. Y es apostólica porque, del mismo modo que los apóstoles fueron los primeros encargados de llevar esa buena noticia, hoy los jesuitas siguen enarbolando su bandera.
¿Cuál es la clave de la vocación de los jesuitas y el elemento común a todos ellos? Sin duda, los Ejercicios espirituales. De una forma sencilla, Olaizola describe en qué consisten y expone cuál es su estructura: el mundo, la creación, está en marcha (principio y fundamento); nuestra dificultad para responder al sueño de Dios; una nueva oportunidad (1ª semana); Jesús, la respuesta y la propuesta de Dios; te seguiré a donde me lleves...; la radicalidad del seguimiento; la ambición (2ª semana); la cruz en el camino (3ª semana); la Vida vence (4ª semana); al final, el Amor (contemplación para alcanza amor).
En lo tocante a la misión de los jesuitas en estos momentos en el mundo, Olaizola hace referencia a las cuatro preferencias apostólicas universales que el general de la Compañía presentó al Papa. A saber:
- Mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios espirituales y el discernimiento.
- Caminar junto a los pobres, los descartados del mundo, los vulnerados en su dignidad en una misión de reconciliación y justicia.
- Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador.
- Colaborar en el cuidado de la Casa Común.
En resumidas cuentas, espiritualidad, justicia, jóvenes y ecología. Sin embargo, conviene tener en cuenta que "parte de la misión es lo que hacemos, sí, pero también lo que somos y desde dónde lo hacemos" (p. 88).
Pero pueden surgir miedos y resistencias. En concreto, el temor de que algo salga mal. El de qué puede pasar si un día, en el futuro no sientes lo de ahora. El peso de las renuncias (de todo aquello que dejas atrás). Y el temor a no valer. Dudas más que razonables y que todo el mundo (incluidos los casados) siente antes de tomar la decisión radical (de raíz) de dar el paso.
Lo que Dios quiere es que la persona encuentre el lugar donde se va a materializar su vocación concreta para vivir el evangelio. Y ahí es donde interviene el discernimiento (otra de las grandes herramientas ignacianas, junto con el examen del día). Discernir "no es adivinar el lugar exacto donde tienes que estar. Es, más bien, elegir, guiado por Dios, aquello que, en un momento, hace posible seguirle de la manera más plena" (p. 104). En este sentido, conviene tener un acompañante espiritual, es decir, una persona que, a modo de espejo, "te devuelve lo que sucede en tu interior en contacto con la vida. No es quien te dice lo que tienes que hacer. Solo te ayuda a centrarte en lo importante".
En fin, libro más que recomendable para todos aquellos que se plantean cuestiones radicales en su vida, casi me atrevería a decir que con independencia de cuál sea su vocación o su lugar en la Iglesia. Olaizola, obviamente, se centra en un joven que se plantea ingresar en la Compañía, pero, como he dicho más arriba, muchas recomendaciones son válidas para cualquier tipo de vocación.
Libro corto (tiene pocas páginas), pero con un gran calado espiritual. Sugiere respuestas y plantea más preguntas. Recuerda que es el reflejo de la historia de una búsqueda, la cual termina al final, el último día. Que lo disfrutes.
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