Herwartz, Christian: Descalzos. Ejercicios en la calle. Sal Terrae, Santander, 2007. 112 páginas. Comentario realizado por Fátima Gil.
Este libro nos va descubriendo paso a paso, al hilo del itinerario espiritual de su autor, cómo se ha ido haciendo realidad una singular experiencia, los «Ejercicios en la calle», nacida en el entorno de una pequeña comunidad de jesuitas y no jesuitas en Kreuzberg (Berlín) y extendida hoy por diversas ciudades de Europa central.
El relato de la experiencia se estructura en cuatro partes que corresponden al proceso: en la primera parte el autor comparte con los lectores la génesis de esta experiencia desde sus inquietudes como jesuita joven y obrero trabajando en fábricas, como camionero, y también conviviendo en una comunidad de discapacitados de «El Arca» durante su tercera probación, último escalón de la formación jesuítica.
En la segunda parte, toda esta experiencia personal –espiritualidad experiencial, como él la llama– se va gestando desde el acompañamiento espiritual a un grupo de voluntarios y de personas sin techo que se acumularon en un reducido espacio ante la caída del muro de Berlín, a un grupo de la cárcel, y desde un mes de vida en la calle junto a los transeúntes. Todas estas experiencias de vida fueron gestando un itinerario de lugares sagrados para el autor, que los va relacionando a través de la historia de Moisés, porque para reconocer el lugar sagrado hay que descalzarse. Por fin, la experiencia de los lugares sagrados entre los más pobres de Alemania cristaliza cuando algunas personas van eligiendo esa comunidad, tan cercana al antiguo muro de Berlín, a la cárcel, al barrio musulmán..., para hacer Ejercicios y poder descubrir los lugares sagrados de su vida. El relato de las experiencias discurre con serenidad, como si ciertamente estuvieran tan enlazadas en la vida como dejan ver las palabras. Un ejemplo nos permite comprobarlo: una simple discusión sobre quién saca la basura hace darse cuenta a un sacerdote de que siempre quiere cargar a alguien con la basura de su vida, y eso se convierte en lugar sagrado para él.: «Había pedido al hombre que tomase la bolsa de basura para echarla al cubo. Entonces el otro le replicó que podía llevar él solo su basura. Enseguida cayó en la cuenta de que siempre cargaba a otros con los desperdicios. Esa frase fue un cambio decisivo en su búsqueda».
En la tercera parte se nos relata cómo se va consolidando la experiencia de los Ejercicios en lugares pobres de la ciudad, la estación central de autobuses, un gimnasio, el metro, etc., y cómo cada grupo va descubriendo sus lugares sagrados entre las prostitutas/os, los presos, los drogadictos, los trabajadores, etc., incluso en el cementerio: «Había quienes encontraron su lugar de encuentro con Dios en algunos cementerios; por eso el último día tuvimos la puesta en común en uno de los cementerios».
Por fin, el libro acaba con distintas pistas y textos para orar en estos «Ejercicios en la calle», para que la historia y la experiencia continúe : «Nos parece muy importante el lugar concreto por donde empezar a excavar en busca del tesoro de la vida. La senda del descubrimiento puede arrancar de muchos lugares, pero siempre es una gran satisfacción hallar el lugar personal de encuentro con Dios».
El libro nos abre con una gran profundidad y realismo a la experiencia de los Ejercicios en la vida y nos permite compartir el don de Ignacio de Loyola, que, como carisma universal de la Iglesia, sigue vivo para el bien de la comunidad y se va recreando a través de los tiempos y las situaciones.
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