Centro de Espiritualidad San Ignacio (Salamanca): Iniciación a la experiencia de Dios. Itinerarios 1 y 2. Sal Terrae, Santander, 2009. Comentario realizado por Juan Carlos Burgos Goñi.
El Centro de Espiritualidad «San Ignacio» de Salamanca ha preparado este material como un doble itinerario, pensado para ser utilizado personalmente o, mejor aún, con la asistencia de un acompañante como ayuda para la oración personal, el cuidado del ritmo y la calidad de la misma, el intercambio de experiencias y el discernimiento oracional.
En efecto, el itinerario 1, titulado Iniciación a la experiencia de Dios, quiere ser una sencilla aportación para contribuir a cultivar esa experiencia personal de Dios que tanto se echa de menos aun entre las gentes que frecuentan los ámbitos eclesiales –parroquias, centros educativos, grupos de vida cristiana–, muy familiarizadas con la dimensión comunitaria de su vida cristiana –oración en común, sacramentos con la Eucaristía como centro, etc.–, pero con un cierto déficit o abandono de su dimensión personal. Para cultivar esa dimensión personal de la vida cristiana, este itinerario cuida mucho no sólo los contenidos de dicha experiencia sino el método o camino para conseguirlos. Los contenidos no son otros que la realidad misma de Dios, filtrada por la figura de Jesús. Y el método tiene su punto de apoyo en la figura del guía o maestro de oración, esa persona que se compromete a ayudar a otra –individualmente o en grupo– para orientarla en todos los elementos de que consta la oración personal.
El objetivo del itinerario 2 es ayudar a toda persona –joven o adulta– que desee continuar profundizando en la experiencia de Dios a través de la oración en la vida diaria y sensibilizarse así en los valores humanos y cristianos que le ayuden a dar sentido tanto a su vida interior como a su vida apostólica.
Este doble itinerario está abierto a toda persona, más o menos cultivada en su vida cristiana, o que incluso esté pasando por una crisis de fe, que quiera adentrarse personalmente en la experiencia del misterio insondable de Dios. Para todas ellas podría ser, sin duda, una ayuda inestimable. Los autores han concebido este doble itinerario como un camino con diversas etapas, en el que se ofrece material para una semana, con el fin de poder saborearlo y asimilarlo con calma, unas breves introducciones a cada tema, a modo de ambientación, y unos textos (pensamientos y poemas) que sirven de ayuda para enmarcar mejor la experiencia.
Resalta de modo particular el carácter que este itinerario tiene de «Iniciación», y, por lo tanto, sitúa el acercamiento a la experiencia de Dios en unas claves catequéticas y oracionales concretas:
1. La Iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona por mediación de la Madre Iglesia. Sólo Dios puede hacer que el hombre renazca en Cristo por el agua y el Espíritu; sólo Él puede comunicar la vida eterna e injertar al hombre como un sarmiento, a la Vid verdadera, para que el hombre, unido a Él, realice su vocación de hijo de Dios en el Hijo Jesucristo, en medio del mundo, como miembro vivo y activo de la Iglesia. La originalidad esencial de la Iniciación cristiana consiste en que Dios tiene la iniciativa y la primacía en la transformación interior de la persona y en su integración en la Iglesia, haciéndole partícipe de la muerte y resurrección de Cristo. Algunos antiguos catecismos habían sintetizado esta realidad de fe en una breve y exacta respuesta: «¡Sí, soy cristiano, por la gracia de Dios!». Con estas palabras se expresa el gozo del hombre que ha tomado conciencia de que es lo que es por la gracia de Dios; y que la gracia de Dios no ha sido estéril en él, y así se lanza a lo que está por delante, corriendo hacia la meta. La realidad misteriosa de la Iniciación cristiana, en la que el hombre, auxiliado por la gracia divina, responde libre y generosamente al don de Dios, recorriendo un camino de liberación del pecado y de crecimiento en la fe hasta sentarse a la mesa eucarística, se encuentra reflejada en la manifestación de Jesucristo Resucitado a los discípulos de Emaús. Las «palabras y los gestos» del Señor conducen a aquellos discípulos del desencanto a la confianza, de la confianza a la fe en las Escrituras, de la fe en las Escrituras al reconocimiento del Resucitado en la Fracción del Pan, y del reconocimiento a la misión.
2. La Iniciación cristiana es la inserción de un candidato en el misterio de Cristo, muerto y resucitado, y en la Iglesia por medio de la fe y de los sacramentos. El Catecismo de la Iglesia Católica, inspirándose en las Observaciones generales tanto del Ritual del Bautismo de Niños como del Ritual de la Iniciación cristiana de Adultos, afirma que la Iniciación cristiana, como «participación en la naturaleza divina», «se realiza mediante el conjunto de los tres sacramentos: el Bautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la Confirmación, que es su afianzamiento; y la Eucaristía, que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en él». Esta inserción en el misterio de Cristo va unida a un itinerario catequético, que ayuda a crecer y a madurar la vida de fe. En efecto, «la catequesis es elemento fundamental de la Iniciación cristiana y está estrechamente vinculada a los sacramentos de la iniciación» La catequesis como «educación en la fe de los niños, de los jóvenes y los adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana». En estos momentos, allí donde el catecumenado no ha sido todavía restablecido, la catequesis ha de asumir esta misma función, orientando a los ya bautizados a incorporarse más plenamente al misterio de Cristo. Además, «la catequesis está intrínsecamente unida a toda la acción litúrgica y sacramental, porque es en los sacramentos, y sobre todo en la Eucaristía, donde Jesucristo actúa en plenitud para la transformación de los hombres».
3. La catequesis al servicio de la Iniciación cristiana se presenta como:
a) «Una formación orgánica y sistemática de la fe... Indagación vital y orgánica en el misterio de Cristo que es lo que, principalmente, distingue la catequesis de las demás formas de presentar la Palabra de Dios».
b) «Una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana... La catequesis pone los cimientos del edificio espiritual del cristiano, alimenta las raíces de la vida de fe, capacitándole para recibir el posterior alimento sólido en la vida ordinaria de la comunidad cristiana».
c) «Un aprendizaje de toda la vida cristiana, una “iniciación cristiana integral”, que propicia un auténtico seguimiento de Jesucristo e introduce en la comunidad eclesial».
d) La catequesis de Iniciación cristiana de niños, adolescentes y jóvenes, a diferencia de lo que ocurre en el catecumenado de adultos, está definida también en cierto modo por la mistagogía, como ya se ha dicho. En efecto, el camino hacia la adultez en la fe, abierto y configurado por el sacramento del Bautismo, se desarrolla por medio de los demás sacramentos de la Iniciación que dan sentido y vertebran todo el proceso de iniciación.
4. Entre los principales criterios de orden pedagógico que han de inspirar la catequesis de Iniciación cristiana, cabe señalar los siguientes:
a) Debe ser considerada como un proceso de maduración y de crecimiento de la fe, desarrollado de manera gradual y por etapas. Esta gradualidad de la catequesis tiene su origen en el modo de actuar Dios en la historia de la salvación y sigue la celebración del misterio de Cristo en el año litúrgico, como ya se ha dicho. Al estar «al servicio del que ha decidido seguir a Jesucristo, es eminentemente cristocéntrica».
b) Esencialmente unida al acontecimiento de la Revelación y a su transmisión, la catequesis de la iniciación ha de inspirarse, como su fuente y modelo, en la pedagogía de Dios manifestada en Cristo y en la vida de la Iglesia, y ha de contar con la acción del Espíritu Santo en la comunidad y en cada cristiano, «favoreciendo así una verdadera experiencia de fe y un encuentro filial con Dios».
c) A lo largo de todo el proceso, el catecúmeno crece en la fe ayudado por la oración y el ejemplo de toda la comunidad, meditando asiduamente el Evangelio, tomando parte activa en la liturgia, practicando la caridad fraterna y soportando con fortaleza las pruebas de la vida.
d) La catequesis al servicio de la Iniciación cristiana está impregnada por el misterio de la Pascua, de modo que ha de caracterizarse por el aprendizaje del sentido de la Nueva Alianza, del paso del hombre viejo al hombre nuevo, de la lucha y superación del mal con la ayuda de la gracia divina, de la experiencia del gozo de la salvación.
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