Nguyen Van Thuan, François-Xavier: Vivir las virtudes a la luz de la Escritura y del Concilio Vaticano II. Ciudad Nueva, Madrid, 2012. 144 páginas. Comentario realizado por Abel Toraño.
Hay que conocer la vida del Cardenal Van Thuan para comprender el estilo y el contenido de este libro. Nguyen Van Thuan, obispo vietnamita, fue arrestado en Saigón por el régimen comunista que recientemente se había instaurado en su país. Vivió trece años en la cárcel, nueve de ellos en régimen de aislamiento. De la cárcel pasó a un arresto domiciliario en Hanoi que duró tres años. En 1991, con 63 años de edad, le darían autorización para viajar a Roma sin permiso para volver a su país. En Roma, como un exiliado, viviría hasta el final de sus días, en el año 2002. En 1994 Juan Pablo II le nombró presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
El libro que ahora presentamos nace en la cárcel. En medio del aislamiento es preciso gozar de las más sólidas virtudes para mantener y ahondar la fe recibida. En los solitarios días de la cárcel, el cardenal Van Thuan va desgranando una serie de pensamientos breves –de máximas, hasta un total de 1.001– que van dando contenido a las 11 virtudes que componen los capítulos de este libro. Son la perseverancia, la fortaleza, la humildad y la sabiduría; son las virtudes de los consejos evangélicos de la obediencia, la pobreza y la castidad; son las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad. Cabría preguntarse si el primer capítulo, «El punto de partida» señala ya una virtud: «ponerse en camino», o si es el marco en el que entender el resto de virtudes. El último capítulo, «Vivir la esperanza», es un resumen de las diferentes ideas que jalonan el libro y que son como «carteles indicadores en tu camino de esperanza».
El estilo es directo; la reflexión, muy honda y sencilla. Las fuentes primeras de esta obra son la memoria actualizada de la Palabra de Dios y el examen y reflexión sobre la propia vida y las vidas ajenas desde la precariedad del aislamiento. En un segundo momento, el Cardenal Van Thuan, ya en libertad, pudo consultar los textos de la Escritura y del Concilio Vaticano II. De hecho, en la edición de este libro sobreabundan las referencias escriturísticas y conciliares.
¿Cómo leer este libro? Sugeriría que el lector comenzase por el índice. Al tener delante el elenco de virtudes que presenta el autor, escoja aquella que diga algo a su propia vida. Entonces, la lectura de ese capítulo puede ser la ocasión para ahondar en algo que tiene que ver con la propia existencia. Ese ahondamiento se puede convertir en oración, en plegaria, y también se puede realizar un examen lúcido que indique cómo Dios se va haciendo presente en la propia vida, o bien dónde se vive su ausencia, su necesidad o su deseo. No se podrá tener en cuenta todo: el lector debe tener suficiente experiencia y sabiduría como para seleccionar lo propio, lo que puede suscitar un eco personal en la lectura. La lectura de estas páginas, escritas por un testigo de la esperanza, podría suscitar incluso en aquél que vive en las más extremas dificultades, el deseo de una experiencia parecida a la de quien escribió: «Me encuentro en una nueva etapa: / difícil, oscura y sin fin. / También aquí me encuentro con peregrinos / y los miro como amigos; / y todos los acontecimientos, / como experiencias inestimables. / Porque todo es gracia. [...] En mi noche, poblada de silencio y soledad [...] Dios me ha dado las horas más bellas de mi vida».
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