miércoles, 19 de noviembre de 2025

Alberto Vitale: Óscar Romero. Por Manuel García Bonasa

Vitale, Alberto: Óscar Romero. Pastor de corderos y lobos. San Pablo, Madrid 2012, 318 páginas. Comentario realizado por Manuel García Bonasa.

La figura de Monseñor Óscar Arnulfo Romero ha vuelto a la palestra de la actualidad eclesial tras las palabras del Papa Francisco en las que animaba a seguir su proceso de beatificación. Dichas manifestaciones han rescatado de un cierto olvido eclesial la persona, el ministerio y el mensaje de Romero. En este sentido, este libro de la editorial San Pablo no puede ser más oportuno y afortunado, pues si había un momento para volver a «presentar» al público en general la vida y el ministerio pastoral de Romero, parece que es el actual. 

El libro de Alberto Vitale es una biografía sencilla y fácil de leer de Monseñor Romero. Ciertamente, no es la tradicional y almibarada biografía a las que nos tiene acostumbrado la hagiografía clásica, pero tampoco aporta datos nuevos ni relevantes. El autor hace con esmero y pulcritud su trabajo, acercando al público en general la persona y la personalidad de uno de los Obispos más atractivos y emblemáticos de los últimos tiempos en la Iglesia. En la postdata del libro, Ángelo Casati afirma: «a diferencia de muchas biografías de santos que no cautivan el corazón, esta aventura conmueve». Suscribo totalmente dichas palabras. 

Estas páginas tienen, en mi opinión, algunas importantes virtudes. La primera es que presentan con acierto la rica y compleja personalidad de Monseñor Romero, tanto en su dimensión más humana como en su dimensión más ministerial y pastoral. No se esconden las indecisiones, vacilaciones, miedos, resistencias, ciertas incongruencias del mismo, sino que se señalan y se ponen de manifiesto sin edulcorarlas ni maquillarlas. Segunda virtud, la excelente contextualización que el autor hace en el ámbito de la realidad salvadoreña y la realidad eclesial de los diversos acontecimientos y avatares de la existencia de Romero. Este detalle es tan importante porque permite ver cómo, más allá de los temores y dificultades, la vida de Oscar Arnulfo Romero fue una vida abierta al Espíritu, que habla a través de los signos de los tiempos y, por tanto, en camino constante de conversión y disponibilidad ante el Señor de la vida. Ayudan mucho a ello los testimonios de quienes lo conocieron y convivieron con él, los fragmentos de sus homilías, cartas pastorales, intervenciones públicas o en recintos eclesiales. Y todo ello, sin apabullar ni cansar al lector con citas o largos textos de Romero, si no de un modo suave, proporcionado, discreto. Tercera virtud: a través de la figura de Romero se presenta una Iglesia distinta, diferente, tantas veces reclamada por amplios sectores de nuestra cultura; una Iglesia que escucha, que toma opción por la cercanía y el acompañamiento de los desheredados y marginados de nuestro tiempo, una Iglesia cerca de la gente, que camina con ella y se deja interpelar por los hombres y mujeres, una Iglesia, en definitiva, que se pone al servicio de los hombres porque se sabe servidora de Dios para su proyecto de salvación.

Con todo, se echa a faltar en el libro un mayor espíritu crítico tanto con respecto a la compleja personalidad de Monseñor Romero como al aspecto ideológico que jalonó, querámoslo o no, todos los ámbitos de la intensa y complicada realidad salvadoreña de aquellos tiempos, de los que la Iglesia formaba parte siendo miembro activo de la misma, y Romero un actor principal. Quizá habría sido bueno recoger en estas páginas un número mayor de testimonios críticos o de contraste con respecto a las opciones y compromisos que Monseñor Romero asumió a lo largo de su ministerio, y no limitarse únicamente a citarlos o enumerarlos. Ello habría ayudado a presentar de un modo más desapasionado la persona de Monseñor Romero, a la vez que habría corroborado y ratificado la coherencia y hondura de su servicio ministerial. 

Las páginas del libro de Alberto Vitali implican al lector: lo cogen y lo sitúan frente a uno de los creyentes y cristianos más atractivos y coherentes de la Iglesia en estos últimos cincuenta años. El camino de la fe que todo seguidor de Cristo ha de recorrer, con sus luchas y consuelos, con su densidad, pero también con la hondura de la experiencia de confianza y abandono que ello supone, se nos ofrece de un modo impecable. Por lo tanto, libro más que recomendable para todos aquellos que no se conformen con una fe anodina y desustanciada, si no que busquen encarnarla y hacerla testimonio creíble en el presente. 

Concluyo citando algunas de las últimas líneas con las que finaliza este excelente libro: «La última sangre, en la vida de Romero, fue la suya. Defendiendo al rebaño de los lobos. Siguiendo las huellas del único verdadero Pastor. Memoria para una Iglesia, luz que arde en las casas y en sus rostros» (Angelo Casati). 


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