García Domínguez, Luis Mª: El libro del discípulo. El acompañamiento espiritual. Sal Terrae-Mensajero, Santander-Bilbao, 2011. Colección «Principio y fundamento» 4. 205 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
Si algo he aprendido en mi vida, es que más vale recorrerla en compañía. Tener una persona al lado que te conozca, te quiera, desee lo mejor para ti... y se convierta en tu compañera de viaje es algo que no tiene precio. Esto es válido en todos los órdenes de la vida. También en el ámbito espiritual.
Antiguamente (todavía hoy en determinados contextos), a ese compañero de viaje espiritual se le denominaba "director espiritual". Hoy, y teniendo en cuenta que ya hemos alcanzado la "mayoría de edad kantiana", ese concepto ha quedado algo anticuado. Para mucha gente, contiene muchos matices negativos: denota directividad, ordenación, obediencia por parte del dirigido, cierta asimetría en la relación (el director está arriba y el dirigido debajo). Por ese motivo, hoy se opta más por el concepto de "acompañamiento" espiritual. Parece así que el dirigido no pierde su autonomía y su responsabilidad ante el camino espiritual recorrido o por recorrer. Sea como fuere, mi experiencia me dice que conviene tener al lado a alguien que pueda arrojar luz en los momentos de oscuridad, paz en los momentos de zozobra, perspectiva cuando los árboles no te permiten ver el bosque, etc. En definitiva, una persona que pueda orientarte en el camino de la vida espiritual. Esta persona puede ser un hombre o una mujer, un sacerdote, religioso o religiosa, laico
Si algo he aprendido en mi vida, es que más vale recorrerla en compañía. Tener una persona al lado que te conozca, te quiera, desee lo mejor para ti... y se convierta en tu compañera de viaje es algo que no tiene precio. Esto es válido en todos los órdenes de la vida. También en el ámbito espiritual.
Antiguamente (todavía hoy en determinados contextos), a ese compañero de viaje espiritual se le denominaba "director espiritual". Hoy, y teniendo en cuenta que ya hemos alcanzado la "mayoría de edad kantiana", ese concepto ha quedado algo anticuado. Para mucha gente, contiene muchos matices negativos: denota directividad, ordenación, obediencia por parte del dirigido, cierta asimetría en la relación (el director está arriba y el dirigido debajo). Por ese motivo, hoy se opta más por el concepto de "acompañamiento" espiritual. Parece así que el dirigido no pierde su autonomía y su responsabilidad ante el camino espiritual recorrido o por recorrer. Sea como fuere, mi experiencia me dice que conviene tener al lado a alguien que pueda arrojar luz en los momentos de oscuridad, paz en los momentos de zozobra, perspectiva cuando los árboles no te permiten ver el bosque, etc. En definitiva, una persona que pueda orientarte en el camino de la vida espiritual. Esta persona puede ser un hombre o una mujer, un sacerdote, religioso o religiosa, laico