jueves, 30 de enero de 2014

Hermann Hesse: San Francisco de Asís. Por Javier Sánchez Villegas

Hesse, Hermann: San Francisco de Asís. Edhasa, Barcelona, 2013 (texto original escrito en 1904). 139 páginas. Traducción de Ariel Magnus. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

¿Quién no ha oído hablar de Hermann Hesse? ¿Quién no ha leído El lobo estepario, Siddhartha o Demian? Yo creo que todos, antes o después, pasamos por él, bien en la adolescencia (dejémonos ya de crepúsculos, amaneceres y esos atentados contra la literatura) o en la juventud. Y estoy convencido de que deja huella.
El otro día fui a Paulinas a comprar un encargo y, nada más verme entrar por la puerta, la hermana Teresa ya me estaba dando este libro. Te va a encantar. Es inédito en castellano. Lo mejor del asunto es que, para variar, tiene toda la razón. Me ha encantado. Así, sin más. Y por eso me atrevo a recomendarlo en Libris Liberi.

Hermann Hesse (Calw, Baden-Wurtemberg, Alemania, 2 de julio de 1877 - Montagnola, Cantón del Tesino, Suiza, 9 de agosto de 1962), a todas luces, es un punto de referencia en la evolución de la literatura europea del siglo XX. Sus dos grandes aportaciones a la literatura universal, que lo han convertido en un escritor de referencia, son su exploración en el subconsciente de los personajes y su lúcida aproximación a las culturas orientales. En 1946 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.

jueves, 23 de enero de 2014

Arturo Pérez-Reverte: El francotirador paciente. Por Javier Sánchez Villegas

Pérez-Reverte, Arturo: El francotirador paciente. Alfaguara, Madrid, 2013. 302 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

De reportero de guerra a académico de la lengua española, Pérez-Reverte ha vivido muchas vidas en una sola. Y no sé cuál de ellas considerará más plena. Yo, como mero espectador que ha leído todo lo que Pérez-Reverte ha escrito, no sabría con cuál quedarme. Hace años, su imagen la tenía asociada a todos los conflictos bélicos que se han producido a lo largo y ancho de este mundo. Encendías las noticias y allí estaba él a pie de trinchera contándote lo que estaba sucediendo. Supongo que le pagaban por ello, pero se arriesgaba a entrar en los lugares en los que el dinero no cuenta ni tiene sentido. Se jugaba la vida día a día, y eso le daba credibilidad en todo lo que narraba. Tengo entendido que le echaron de televisión a raíz de su novela Territorio Comanche, en la que criticaba a todos aquellos que iban a una zona de conflicto para quedarse en el hotel un par de días y luego volver a Madrid a dar conferencias como si fueran expertos. Como diría él mismo, con dos cojones... Sí, has leído bien. Pero les salió mal la jugada a los profesionales de los medios, pues consiguieron que Pérez-Reverte se dedicara a lo que le gusta: la literatura, cosa que muchos hemos agradecido durante estos años. A pocos autores conozco que dominen todos los registros de la lengua española, desde el cheli de la calle (fantástica su novela Un día de cólera) hasta el más clásico (no tenéis más que leer cualquier novela de la serie Las aventuras del capitán Alatriste). Pérez-Reverte ha conseguido que muchos lectores hayamos ampliado nuestro vocabulario, cosa que agradezco, pues aunque no hace alarde de ello, posee una erudición genial que pone de manifiesto en todos los temas que toca (náutico, militar, etc.). Nadie puede poner en duda que se documenta que da gusto, y que se deja la piel en cada novela que publica. ¿Con cuáles me quedo yo? Por los recuerdos que me suscitan, me quedo con las primeras: El maestro de esgrima, La tabla de Flandes, El club Dumas..., aunque el resto (La piel del tambor, La carta esférica, El pintor de batallas, etc.) también me ha encantado.

jueves, 16 de enero de 2014

Irvin D. Yalom: El problema de Spinoza. Por Javier Sánchez Villegas

Yalom, Irvin D.: El problema de Spinoza. Destino, Barcelona, 2013 (edición original de 2012). Colección Áncora y Delfín 1254. 460 páginas. Traducción de José Manuel Álvarez-Flórez. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Tenía todas las de ganar. En este libro se juntan tres cuestiones que me apasionan. En primer lugar, el autor, Irvin D. Yalom. En este blog ya hice un comentario a una de sus obras (El día que Nietzsche lloró, ver aquí), por lo que no necesita presentación. Sin embargo, quiero recalcar que este psicólogo norteamericano me tiene cada día más cautivado. Su forma de escribir, de profundizar en las almas de los personajes, de ir creando un ritmo cada vez más intenso en sus obras... todo ello hace que me entusiasme y que me enfrasque en la lectura de sus obras con verdadera pasión. En segundo lugar, me encantan también las novelas históricas que tienen como protagonista a algún filósofo o algún punto de su filosofía, siempre y cuando sea creíble la historia o las consecuencias de su pensamiento. En su momento, ya comenté algunas obras de este tipo, como Asesinatos S.L., de Jack London (ver aquí), o Una investigación filosófica, de Philip Kerr (ver aquí), y todavía quedan muchas más por comentar. En tercer lugar, siempre me ha interesado el nazismo como ideología (igual que el comunismo o el anarquismo, no penséis mal), y me he visto muchas veces intrigado por cuáles son sus raíces teóricas que llevaron al desastre tanto a Alemania como al resto del mundo. Siempre se nos ha hablado de Nietzsche, Wagner... pero nunca me había encontrado con el caso de Spinoza (luego os comentaré algo del tema). En fin, estos tres motivos han hecho que esta novela haya sido para mí muy especial, hasta el punto de que la terminas y te quedas con ganas de leer más, mucho más...

martes, 7 de enero de 2014

José Carlos Bermejo: Estoy en duelo. Por Javier Sánchez Villegas

Bermejo, José Carlos: Estoy en duelo. PPC (en colaboración con el Centro de Humanización de la Salud), Madrid, 2005. Colección Pastoral 15. 142 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.


Ya hace algún tiempo, allá por octubre de 2012, comentaba en el blog un libro de Dolores Aleixandre (ver aquí) en el que expresaba el dolor que se siente cuando ves que una persona querida va perdiendo sus facultades físicas o psíquicas. De hecho, el libro de Dolores me ayudó a gestionar todo ese sinfín de emociones que iban surgiendo sin control, hasta el punto de poder vivirlas e integrarlas equilibradamente (¡gracias, Dolores!). Sin embargo, nada comparable con la muerte de un ser querido. Por mucho que puedas pensar que tarde o temprano va a ocurrir, cuando llega el momento te pilla siempre "con el pie cambiado", máxime si la muerte llega rápidamente, sin avisar, y la persona querida se encontraba bien. En fin...

Sé que el tema se las trae, que normalmente no hablamos de él, que hacemos lo posible y casi lo imposible por evitarlo, pero hoy es lo que toca. Y lo hago de la mano de un libro que estaba encima de una mesa en la sala del tanatorio que nos han asignado (supongo que en todas las salas habrá uno): Estoy en duelo, de José Carlos Bermejo. Si bien al principio no le hice mucho caso (uno no está para leer ni para escribir), al cabo de unos días me lo he leído de un tirón. Y me ha encantado. Por eso me atrevo a recomendarlo en Libris Liberi.