Lewis, C. S.: Una pena en observación. Anagrama, Barcelona, 1994 (edición original de 1960). Colección "Panorama de Narrativas" 302. 104 páginas. Traducción de Carmen Martín Gaite. Comentario realizado por Jesús Ángel Rodríguez.
Leerás sobre el amor que se profesaba con H. (como la llama él en el libro). Ambos eran cristianos y esta confesionalidad se manifiesta explícitamente en el libro. No habla de Dios ni de su amor en abstracto, habla del AMOR DE DIOS real, el que eres capaz de palpar cuando te quitas todas las capas del alma y la dejas a la intemperie de Dios. También me ha impactado mucho cuando habla del silencio de Dios en los momentos en que le exigimos que nos hable. No es el libro que va a producir una conversión a un no creyente, pero, a poco que tenga sensibilidad, no le dejará indiferente.
Cuando dos personas te hablan el mismo día de un libro, eso
quiere decir algo, tienes que leerlo lo antes posible. ¡Qué bueno tener amigos
que le recomiendan a uno buenos libros! Atribuyen a Albert Einstein una frase
que dice: «Una mente que ha sido estirada por nuevas ideas, nunca podrá
recobrar su forma original». Estás ante un libro para crecer.
Me decían que hablaba de Dios, del amor, de la pérdida.
Al día siguiente dejé a Mario Vargas Llosa y empecé con este librito. Hay que
ser un gran escritor para poder decir tanto en tan pocas páginas. Yo no conocía
a C. S. Lewis y me ha cautivado.
Clive Staples Lewis (Belfast, 29
Noviembre 1898 – Oxford, 22
Noviembre 1963), comúnmente conocido como C. S.
Lewis. En 1952, la poetisa norteamericana Helen Joy Davidson Gresham, católica,
divorciada y comunista, apareció en la vida del cincuentón Lewis, anglicano,
soltero y eminente hombre de letras británico, que daba clases en Oxford.
Después de un primer encuentro en Oxford, Helen regresó a Londres y unas
semanas después él la invitó a comer un día en Oxford, fue cuando empezó a
fraguar la relación, ella tenía 37 y él 54. Se casaron en secreto (y así lo
mantuvieron) el 23-4-56. Lamentablemente para ambos, Joy enfermó de cáncer de
huesos y cuatro años después de la boda murió entre grandes dolores. La muerte
de su mujer dejó a Lewis sumido en un gran dolor del que sólo pudo levantar
cabeza escribiendo en cuatro cuadernos, porque consideraba que no podía seguir
escribiendo eternamente y, de hecho, cuenta en el libro que el último cuaderno
no estaba del todo limpio porque tenía unas notas de aritmética al final.
Leerás sobre el amor que se profesaba con H. (como la llama él en el libro). Ambos eran cristianos y esta confesionalidad se manifiesta explícitamente en el libro. No habla de Dios ni de su amor en abstracto, habla del AMOR DE DIOS real, el que eres capaz de palpar cuando te quitas todas las capas del alma y la dejas a la intemperie de Dios. También me ha impactado mucho cuando habla del silencio de Dios en los momentos en que le exigimos que nos hable. No es el libro que va a producir una conversión a un no creyente, pero, a poco que tenga sensibilidad, no le dejará indiferente.
Hay mucho dolor a la pérdida de un ser querido. Desmonta
muchos comentarios que hemos oído, o incluso dicho, ante alguien que ha perdido
un ser querido. Pone en palabras sentimientos que hemos tenido todos en algún
momento. No me puedo resistir a poner el siguiente fragmento:
«Ni siquiera en mi imaginación soy capaz de reproducir su cara con todo detalle. Y sin embargo, el rostro extraño de cualquier extraño atisbado esta mañana entre la multitud puede presentarse ante mí con nítida perfección al cerrar los ojos por la noche. La explicación es bastante sencilla, creo yo. Los rostros de los seres a quien mejor hemos conocido, los hemos visto desde tantos ángulos, bajo tantas luces y dotados de tantas expresiones (paseando, durmiendo, riéndose, llorando, comiendo, hablando o pensando), que todas estas impresiones se nos enmarañan simultáneamente, dentro de la memoria y quedan confundidas en un simple borrón. Pero su voz está todavía viva.»
C. S. Lewis |
Normalmente no mencionamos a la persona que ha traducido
el libro, tal vez porque no la conozcamos, en este caso sí es conocida, Carmen
Martín Gaite. No quiero hacer ningún comentario acerca de los traductores
porque sería injusto decir que esta traducción está mejor hecha por ser una
escritora de reconocido prestigio.
Si tienes la dura prueba de haber perdido un ser querido,
de que lo intuyas que puedes perderlo, si crees en Dios, amas o has amado a
alguien profundamente o simplemente disfrutar de una buena lectura, te
recomiendo este libro.
Como dato curioso, el libro fue publicado inicialmente
bajo el pseudónimo de N. W. Clerk para que nadie conociese quién era el
verdadero autor.
La historia del libro y del matrimonio de Gresham y Lewis
fue la base para el telefilme Shadowlands
y la película dirigida por Richard Attenborough: Tierras de penumbra, protagonizada ésta última por Anthony Hopkins
y Debra Winger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario