Ferrante, Elena: La vida mentirosa de los adultos. Lumen, Barcelona, 2020. 368 páginas. Traducción de Celia Filipetto Isicato. Comentario realizado por Carlos Maza Serneguet.
¿Cuándo dejamos atrás la niñez y nos convertimos en adultos? ¿Qué les pasa a esos adultos, que durante tanto tiempo habíamos idealizado y cuya imagen se desmorona ahora ante nosotros a poco que nos fijemos? Preguntas no buscadas, no queridas, preguntas fruto de la decepción a la que Giovanna, la protagonista del último libro de Elena Ferrante, ha de enfrentarse a medida que va conociendo algunos secretos en la vida de sus padres. Su misterioso parecido con una tía de la que nunca se ha hablado en casa, la extraña relación que sus padres mantienen con una pareja amiga, la verdadera naturaleza de sus sentimientos. Todo aparece de repente para sacar a Giovanna del mundo infantil y lanzarla al mundo de la adultez, al descubrimiento de una vida más real pero también más desencantada, donde solo el amor —quién sabe si también idealizado— parece resplandecer como lo único a lo que aferrarse.
Elena Ferrante vuelve a trasladarnos a las calles de Nápoles para contarnos la historia de una niña a la que sus padres empiezan a temer el día en que reconocen en ella los rasgos de una tía a la que convirtieron en tabú. Serán esos rasgos supuestamente feos los que impulsarán a Giovanna a querer conocer a la persona a la que empieza a parecerse. Su encuentro con la tía Vittoria pondrá en marcha un mecanismo imparable, que pertenece, a la vez, a la protagonista del libro y a la novelista que cautivó a millones de personas en todo el mundo con su tetralogía Dos amigas. “Fíjate, fíjate bien en tus padres”, le dice Vittoria a Giovanna en una de sus primeras citas. Este mecanismo de observación, no solo ya de sus padres, sino de toda la realidad, es el que llevará de la mano a Giovanna al mundo de los mayores, y a la novela de Elena Ferrante a ser un nuevo ejemplo de profundidad psicológica y compleja descripción de personalidades y relaciones, dibujando el proceso que va de la adultez como fatalidad sobrevenida a algo que se asume y se desea.
Quizá no nos tenga tan adictivamente pegados a sus páginas como el relato sobre Lenù y Lila, pero es la voz de Ferrante, sin duda. Esa voz que no se traga de antemano que las cosas sean como parecen, y que nos anima a penetrar en el carácter poliédrico de las personas y sus historias.
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