Luca, Erri de: Y dijo. Sígueme, Salamanca, 2016. 108 páginas. Traducción de Luis Rubio Morán. Págs. 9-10.
Escalaba ligero, el cuerpo respondía tenso y ágil a la invitación de los agarres, el aliento se comprimía en los pulmones y emitía sílabas a soplidos, siguiendo el ritmo de una música que inundaba la cabeza. El viento le alborotaba los cabellos y despejaba los pensamientos. Con el último paso de la ascensión alcanzaba el extremo donde la tierra termina y comienza el cielo. Una cima conquistada es la última frontera entre lo finito y lo inmenso. Allí se daba la máxima distancia desde el punto de partida. Una cima no es meta, sino barrera. Allí sentía vértigo, que en él no era la atracción del vacío del abismo, sino el asomarse al vacío de lo alto. Allí en la cima percibía a la divinidad que se acercaba. Allá arriba se dejaba arropar por el viento. Una cumbre donde no se siente el choque de las ráfagas de viento causa
espanto. Porque lo inmenso obliga a contener la respiración.
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