Fernández-Savater, Amador: Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política. Nuevos Emprendimientos Editoriales, Madrid, 2021. 384 páginas. Epílogo de Rita Segato sobre la transformación social en tiempos de contagio. Comentario realizado por Carlos Maza Serneguet.
Amador Savater lleva tiempo dándole vueltas a una nueva forma de relacionarnos con las imágenes útiles para traer cambios sociales. No se trata tanto de sustituir un imaginario por otro, cambiar de “revolución” a otra palabra, “partido” por otra cosa, sino de abrir esos nombres a otras dinámicas, de modo que puedan ser fecundos. Amador llama a esto “imaginario pagano”, pero no nos dejemos llevar por una interpretación rápida e ideológica del término. Lo que Fernández-Savater entiende por pagano es “siempre abierto, reapropiable, singularizable”. Pagano aquí es contrario a absoluto, cerrado, a hermético. Sorprende a veces lo mucho que su propuesta suena a un trabajo del Espíritu sobre la política, como si Nicodemo preguntase a Jesús cómo puede nacer de nuevo lo revolucionario, el nosotros, qué podemos entender hoy por enemigo o cómo reimaginar la organización, la estrategia, el conflicto, las tácticas.
No vamos a decir aquí que Fernández-Savater sea un nuevo Jesucristo, que no. Pero sí que intenta traer aire fresco y vida nueva a todas esas imágenes y conceptos que han servido durante tanto tiempo para pensar el cambio político. Consciente de que no podemos hacer política “de sabiondos”, que ninguna de esas imágenes fructificará en algo si no ha pasado antes por el cuerpo.
La pregunta por excelencia del imaginario revolucionario clásico era qué hacer. Amador propone cambiarla por cómo hacer, la pregunta de los niños perdidos que tienen más preguntas que respuestas, que no encuentran guías seguras en el poder del Texto o de la Ciencia, que solo tienen lengua común…
Hay algo en el libro de Fernández-Savater que desprende deseo de seguir soñando, de no conformarse con la política-gestión, que se rebela contra el sonsonete de “así son las cosas y no pueden cambiar, porque este sistema es el conforme a nuestra naturaleza”. El paradigma de habitar suena a Reino, pues trata de acompañar la potencia que crece, poniéndose a la escucha de la novedad que nos permita atravesar la impotencia política en la que a menudo nos hallamos inmersos.
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