miércoles, 27 de marzo de 2024

Amado Ramírez Villafáñez: Vivir lo cotidiano. Por Laura Steegmann

Rámirez Villafáñez, Amado: Vivir lo cotidiano. Sal Terrae, Santander, 2006. 256 páginas. Comentario realizado por Laura Steegmann.

Este libro, dedicado a los hombres que intuyen que nada da igual y que, por eso, observan, escuchan, reflexionan y desvelan ideas, sueños, palabras..., invita a meditar la vida, a observar la naturaleza y a vencer obstáculos. Desde aquí podría encuadrarse como un libro un tanto zen, es decir, que enfatiza la importancia de lo silencioso para lograr una transformación personal. 

El autor, Amado Ramírez Villafáñez, profesional de la terapia desde la psicología clínica, lo que pretende es animar a la instauración de hábitos en los que la aceptación y la renuncia tengan tanto que decir y enseñar como la voluntad y la creación. Nuestro aprendizaje no debe volcarse solamente en el esfuerzo y la lucha, sino también en la capacidad de observar, estar y resistir. Ambas actitudes son indispensables, y es necesario armonizarlas. Se trata de enlazar sutilmente las acciones que representan los verbos «hacer» y «esperar», no importando tanto lo alcanzado cuanto disfrutar de lo que se tiene, aunque sea diferente de lo que se imaginó y soñó. No sólo es cuestión de vivir experimentando, sino también de reflexionar sobre lo vivido, intentando explicar la realidad. 

Este texto, abordando distinta temática (la educación, el convivir, la mente, la felicidad, el sufrimiento...), siempre tiene el fin de ayudar a descubrir que nuestro existir no sólo debe dinamizarse desde la acción permanente, sino que supone también detenerse en el presente para ver y prestar atención a lo que ocurre en cada instante. Éste, sin embargo, es un aspecto del vivir que se ha dejado sin espacio ni hueco en nuestros días (quizá porque tenemos miedo a la vida, la cual está en el aquí y ahora); no se ve sentido a la acción de «estar», de compartir momentos en los que el tiempo se detiene y el silencio te sostiene. Y si uno no sabe estar así, más le costará relacionarse con los otros, ya que no estará dispuesto a perderse en el tiempo para atenderles y permitir que nos atiendan. 

El ideal de la vida sería la integración de una actitud mixta que abarque tanto la frescura del sentir inmediato (que contendría la postura existencial de admiración ante el mundo, aceptación de nuestra historicidad, buscando la felicidad en los detalles y sucesos ordinarios de la vida, renunciando al ego, rindiendo tributo a la naturaleza, sin intentar doblegarla o dominarla) como la capacidad de riesgo, novedad, creatividad (que pretende trascender, ir más lejos de lo aparente y de las cosas tal como son, saboreando el placer y la emoción de la aventura). 

En conclusión, quien tome entre sus manos estas páginas, se encontrará con un libro de observación y estrategia del vivir. El mismo autor así lo describe: «Nuestra principal motivación surge del deseo de intentar explicar y explicarse la experiencia... porque se puede vivir sin pensar en más, pero también puede pensarse lo vivido y, en el colmo de la osadía, intentar destriparlo, observar su anatomía y fisiología, desvelando así errores y aciertos e intentando hacerlo útil para otros. Todo ello para lograr este fin: fomentar la búsqueda de aspectos interesantes y menos accesibles a la vida y la convivencia, sin perder la armonía: fluyendo». 


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