Lluch Frechina, Enrique: Más allá del decrecimiento. PPC, Madrid, 2011. 198 páginas. Comentario realizado por Marta Sánchez.
Enrique Lluch, doctor en economía, escribe una segunda obra para divulgar cómo mejorar el entorno económico. En su primera obra, Por una economía altruista (2010), explicó cómo comportamientos individuales derriban la organización económica predominante. La duda de muchos lectores era cómo llevar a la práctica estos ideales. En este libro plantea sendas que ya están siendo exploradas por algunas instituciones públicas, entidades financieras y empresas. La novedad es profundizar en un concepto de progreso basado en la sabiduría cristiana, sobre todo en la doctrina social de la Iglesia. El libro está estructurado en cinco partes y un «epílogo para escépticos». En las dos primeras partes analiza la realidad social, y en las siguientes ofrece sendas nuevas para ir construyendo entre todos los sectores sociales un mundo mejor. Carlos Osoro resume el contenido en el prólogo: Dad al cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios (Mt. 22,21).
Nuestras sociedades están saturadas. La idea de progreso planteada por el padre de la economía moderna, Adam Smith, sigue vigente. Hoy se habla del desarrollo social, científico y material. La cuestión es cómo medir el desarrollo integral de la persona. Buscar un criterio para dar más importancia al ser que al tener. La utopía del crecimiento ha fracasado, y algunos pensadores hablan del decrecimiento. Los cristianos podemos aportar un nuevo ideal para mejorar la humanidad. Nuestra doctrina se centra en el hombre como verdadero objetivo. Es necesario promover los derechos humanos, personales, sociales, económicos y políticos. Su propuesta es crear grupos de trabajo interdisciplinares.
La doctrina social de la Iglesia se basa en los principios de subsidiariedad, participación y búsqueda del bien común. Estos deberían extenderse a las instituciones públicas y privadas. El sector público es necesario para cuidar el buen funcionamiento del mercado. Para evitar que la libertad se convierta en libertinaje. Debe proteger a los más débiles e incluir en sus políticas a las familias y asociaciones. Dentro del sector privado, las empresas tienen una función social necesaria para la convivencia. La empresa debe estar al servicio de los trabajadores. Hay que pensar en la vida de la empresa como lugar de convivencia entre personas. Un organismo vivo y no una máquina de producir ganancias. Por último, un buen mercado financiero debería permitir el funcionamiento fluido para el desarrollo económico de los más débiles y necesitados. Es preciso renovar las estructuras y elaborar una nueva filosofía del trabajo para construir entre todos la verdadera paz. No es un camino fácil, pero es posible si dejamos de refugiarnos en la comodidad y el escepticismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario