Reid Ferrucci, Vivien: Saber vivir. La cortesía del alma. Paulinas, Madrid, 2011. 176 páginas. Comentario realizado por Rosario Paniagua Fernández.
El libro está estructurado siguiendo el esquema de diez cualidades o virtudes que pueden ayudar a afrontar las pruebas de la vida cotidiana con serenidad. Ante las vicisitudes de la vida es necesario mantener el equilibrio y contribuir al de los otros como compañeros de camino. La autora va desgranando en los sucesivos capítulos lo que se debe poner en práctica para vivir de modo más satisfactorio para uno mismo y para los demás: sinceridad, cuidarse, armonía, paciencia, moderación, gratitud, empatía y compasión, cortesía amorosa, humildad y perdón.
Se aborda también la cortesía espiritual, lo que se viene en llamar «saber vivir», pues también hay un «no saber vivir» o, lo que es lo mismo, no saber convivir con las propias emociones y no saber leer las emociones de los demás. No saber vivir tiene que ver también con no saber tolerar el sufrimiento, no saber gustar la vida. El libro nos invita a saber vivir y ofrece unas pautas para ello.
Vivien Reid Ferrucci es licenciada en Psicología por la Universidad de Sydney (Australia). Tiene una dilatada experiencia profesional como consejera. Ha realizado cursos de Religión Comparada en la misma Universidad y colabora con diversas revistas, especialmente con Mente Sana.
Según un estudio norteamericano, tenemos que sortear cada día 23 problemas a resolver; unos pueden ser esperados, pero otros aparecen por sorpresa. El desafío de la vida cotidiana no consiste solo en superar los obstáculos, sino en superarlos bien, sin comprometer la salud, deteriorar las relaciones o caer en depresión, sino permaneciendo sano, centrado y, si es posible, sonriente. Hay ayudas, afortunadamente, para aprender a vivir mejor, y estas nos la ofrecen la sabiduría tradicional y, más modernamente, la psicología. Una de estas ayudas son las cualidades o virtudes para afrontar los eventos, tales como la alegría, la armonía, la paciencia, la fuerza, la paz, etc.
Estas cualidades, desde la antigüedad, forman parte de las tradiciones espirituales. En la tradición cristiana se habla de fe, esperanza y caridad, y también de las virtudes cardinales, alrededor de las cuales deben
girar nuestras acciones: prudencia,
justicia, fortaleza y templanza.
Para los budistas existen las parami o perfecciones, que son también virtudes, como la paciencia, la
veracidad, la cortesía. Todas ellas
son una gran ayuda para la vida espiritual. Precisamos de ellas para afrontar la vida y para que nos ayuden a transformar la realidad que nos toca vivir en algo más positivo. Las virtudes tienen un valor didáctico, son señales que nos ayudan a dar pasos en la vida interior.
Los primeros que hablaron de virtudes fueron los santos y los poetas, luego los filósofos, y ahora los psicólogos, los publicistas. Con el paso del tiempo se ha ido demostrando que las distintas cualidades pueden producir efectos tangibles en el cuerpo y en el espíritu, La autora da ejemplos muy reveladores: el buen humor produce bienestar general; la cortesía refuerza las defensas inmunitarias; la confianza favorece la longevidad; la gratitud aumenta la eficiencia; etc.
Estos estudios corroboran lo sabido: en definitiva, las cualidades
nos hacen estar bien, mejoran nuestra vida y las relaciones con los demás, pero tienen un valor en sí mismas más allá de los beneficios que
puedan otorgar.
En las dificultades de la vida es necesario mantener el equilibrio e influir positivamente sobre los otros. Para Tertuliano, el alma ya contiene en sí virtudes de las que la autora habla; son las disposiciones que pueden ayudar a expresar lo que somos. No son algo antinatural, sino que están en la raíz de nosotros mismos, ese núcleo de sabiduría y bondad que poseemos. Está comprobado que frente al ser competitivo, agresivo, insolidario, en permanente lucha por la supervivencia, las virtudes como la capacidad de colaborar, el cuidado de otros o la empatía han hecho al ser humano capaz de sobrevivir y evolucionar.
A decir de la autora, Dios está en los detalles, lo que significa que las grandes enseñanzas constituyen la base para llevarlas luego a la vida cotidiana. En lo cotidiano es donde se revela una persona, en los pequeños detalles diarios: tono de voz agradable, escucha, puntualidad, consideración, amabilidad...; esto es la cortesía del alma tejida en lo menudo y ordinario. Se trata de aprender a vivir bien desde dentro con nosotros mismos y con los demás.
Estamos ante un libro sencillo, iluminador y muy práctico para vivir y hacer vivir mejor desde la cortesía del alma. Si queremos cambiar el mundo, tenemos que empezar por cambiarnos a nosotros mismos. La autora en cada capítulo se ha analizado a sí misma; es, por tanto, un libro experimentado, vivido, que quiere ser un recordatorio de cómo vivir mejor juzgando menos, gustándonos más y comprendiendo mejor nuestra existencia y la de los demás, adoptando un compromiso de mejora personal de la que tam bién se van a beneficiar los otros.
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