DeLillo, Don: Punto Omega. Seix Barral, Barcelona, 2010. 160 páginas. Traducción de Ramón Buenaventura. Comentario realizado por Jorge Sanz Barajas.
«Cuando yo uso una palabra —insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso— quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.
—La cuestión —insistió Alicia— es si se puede hacer que las palabras
signifiquen tantas cosas diferentes.
—La cuestión —zanjó Humpty Dumpty— es saber quién es el que manda…,
eso es todo».
(Lewis Carroll, Alicia a través del espejo)
Quien nunca haya leído a Don DeLillo, tendría difícil saber por dónde empezar, aunque una buena opción sería Punto Omega. Don DeLillo es uno de esos escritores de raza que siempre caminan un paso por delante de la realidad. El arte de Don DeLillo es el de decir lo indecible, el de darle verbo a emociones que difícilmente pudieran tenerla en otra mente que no fuera la suya.
Repasando su obra, uno puede encontrarse pequeñas maravillas como Body Art –Lauren, viuda del director de cine Rey Robles vuelve a su casa tras el suicidio de su marido; allí se encuentra con el señor Tuttle, un ser carente de lenguaje con el que es imposible comunicar de manera verbal; con él, un ser extraño que vive en el piso