Spufford, Francis: Impenitente. Una defensa emocional de la fe. Turner, Madrid, 2014. 216 páginas. Traducción de Catalina Martínez. Comentario realizado por José Ignacio Vitón de Antonio (Facultad de Teología, Universidad Pontificia Comillas).
Francis Spufford, escritor inglés nacido en 1964, es bastante desconocido en el ámbito hispano parlante. Escritor polifacético que cultiva distintos géneros literarios que van desde la novela al ensayo pasando por la poesía. En general, no deja indiferente a nadie. Es denostado por unos que le califican de extraño y alabado por otros que le califican de brillante. Es profesor de lengua inglesa en el Goldsmiths College de la Universidad de Londres.
El autor escribe con humor, con ironía, incluso a veces usando el sarcasmo, pero sin ánimo de agredir, buscando solo un estilo efectista y colorido. No piensa solo en lectores cristianos que están hartos de ser diana de la crítica de los modernos que actúan perdonándoles la vida por ser todavía creyentes en el siglo XXI, sino también en potenciales lectores no creyentes que tienen un espíritu de curiosidad acerca de la fe y no se conforman con las opiniones del nuevo ateísmo de autores como Richard Dawkins o Christopher Hitchens.
En el año 2009 un conjunto de autobuses, los llamados autobuses ateos, llevaban como publicidad una serie de mensajes acerca de la religión, en concreto, de la religión cristiana: “Probablemente Dios no existe. No te preocupes y disfruta de la vida”. El autor, Francis Spufford viene a decirnos que el mensaje del autobús, si fuera cierto, significaría que todo el que no esté disfrutando de la vida está completamente solo, o, con otras palabras, a aquellos que sufren les negaría el consuelo y la esperanza. Para nuestro autor el ateísmo y secularismo contemporáneos no se hacen cargo de la condición humana del hombre y la mujer corrientes. Para las posiciones más vanguardistas ateas y/o seculares, si elimináramos la religión entonces, la paz, la justicia, la felicidad vendrían como fruta madura con el tiempo. Al fin y al cabo, sostienen, la religión se funda en la irracionalidad y no hay peor enemigo que ésta para combatir.