Valero Agúndez, Urbano (coord.): Mujeres ignacianas. Sal Terrae, Santander, 2011. 224 páginas. Comentario realizado por María del Mar Carles Gassín.
A lo largo de la historia, hombres y mujeres han sido dóciles a esa fuerza de Dios en ellos y nos muestran con su vida cómo reconocerlo y seguirlo. Mucho tenemos que agradecer a aquellos que se tomaron en serio su vida de fe y, con sus búsquedas, intentos y respuestas, roturaron nuevas sendas de seguimiento.
San Ignacio de Loyola inició un camino que no se agotó en la Compañía de Jesús, sino que ha iluminado a muchas otras personas a seguir a Cristo de cerca, a conocerlo internamente y desde un amor apasionado (a veces, locura), a apostar por la Vida allí donde más se necesita.
Algunas mujeres, en distintos momentos de la historia, se encontraron con la escuela ignaciana de los Ejercicios. Ellas iniciaron nuevos caminos y, fieles al carisma recibido, fundaron Congregaciones religiosas inspiradas en el espíritu ignaciano, que todavía hoy sigue generando vida.
Urbano Valero, jesuita, estudioso de la espiritualidad ignaciana, ha querido recoger