Mostrando entradas con la etiqueta Ludwig Winder. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ludwig Winder. Mostrar todas las entradas

lunes, 2 de enero de 2017

Ludwig Winder: El deber. Por Javier Sánchez Villegas

Winder, Ludwig: El deber. Periférica, Cáceres, 2014. 267 páginas. Traducción de Richard Gross. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Brillante, apasionante, detalllista... impresionante. Así me ha parecido esta obra de Winder, autor para mí desconocido hasta este momento. Plantea el tema del deber desde unas claves realmente acertadas. Pero vayamos por partes. Comencemos por el autor, que está maravillosamente descrito en la solapa del libro.

Ludwig Winder nació en 1889 en Schaffa, ciudad que aún formaba parte de la monarquía austrohúngara, por lo que Winder fue primero austríaco y luego, debido a los avatares políticos, checoslovaco; para, finalmente, morir en Gran Bretaña en el exilio. Sus raíces familiares se hundían en un judaísmo tradicional, pero su padre inició una convulsa separación de ese entorno al emprender la "salida del gueto" hasta cierta asimilación. Winder se fraguó desde joven, una notable carrera como periodista, y su éxito profesional fue considerable. Trabajó inicialmente en periódicos de provincias, pero también en el Zeit vienés; ascendió en 1914 a redactor del suplemento cultural de Bohemia, rotativo que, junto con el Prager Tagblatt, era el periódico más importante de la región.

En la primera etapa de su obra, dedicada también al ámbito judío, no fue propenso a glorificar la Austria imperial ni se mostró reacio a la joven Checoslovaquia en la que se fundieron las Tierras de la Corona de Bohemia y Eslovaquia en 1918: su narrativa muestra el colapso del viejo orden, pero refleja, sobre todo, la condición de crisis de la época prebélica, las convulsiones sociales pautadas por el declive de una élite (aristocrática) caduca y la fragilidad de la situación de postguerra. Agravadas por la miseria que trajo consigo la crisis económica mundial de 1929, fueron creciendo las tensiones internas del Estado multiétnico que era Checoslovaquia con sus ocho naciones. Ello reforzó el desgajamiento emocional de amplios sectores de la población residente en los territorios de habla mayoritariamente alemana con respecto a un Estado al que de por sí no tenían ningún apego.