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lunes, 8 de agosto de 2022

Josep Otón: Tabor. Por David Cabrera

Otón, Josep: Tabor. El Dios oculto en la experiencia. Sal Terrae, Santander, 2020. 192 páginas. Prólogo de Mons. Antoni Vadell. Comentario realizado por David Cabrera. 

La esencia de todo encuentro suele suceder en lugares especiales que quedan marcados en nuestra memoria y en nuestro recuerdo. Así, Josep Otón acude a Tabor como lugar del encuentro con lo divino y la metáfora de la experiencia. En este libro se recoge la esencia de la investigación del autor para entregarnos una síntesis bien hecha sobre la mística cristiana. Rahner había expresado aquella rotunda sentencia en la que el cristiano del siglo XXI será un místico o no será nada. Gracias a este libro podemos comprender con mayor hondura lo que quizás el teólogo jesuita alemán quiso expresar.

Vivimos unos tiempos de búsqueda y de sed, quizás no tanto del acento religioso sino más bien del acento espiritual. El primer capítulo de este libro ayuda a comprender el lugar que ha ido teniendo la religión en la era posmoderna expresando el reto pastoral que tenemos en la Iglesia para facilitar de alguna manera que siga vivo el encuentro con un Dios que puede atravesar la realidad. Hay otra particularidad que sucede en el Tabor. La transfiguración hace que todas las cosas cobren una luz especial que permite descubrir esas presencias. 

El autor de este libro va dando pinceladas entre autores espirituales y relatos

viernes, 11 de diciembre de 2020

Josep Otón Catalán: Tabor. Por Josep Otón

Otón Catalán, Josep: Tabor. El Dios escondido en la experiencia. Sal Terrae, Santander, 2020. 192 páginas. Colección "El pozo de Siquén" 430. Prólogo de Mons. Antoni Vadell. Comentario realizado por Josep Otón. 

En lo alto de una colina, la inmensidad del mundo nos asombra. El cielo es más azul. Los ruidos no consiguen alcanzar tal altura y el silencio se impone. En medio de un espectáculo tan singular, se hace evidente nuestra pequeñez y, tal vez, intuimos una trascendencia oculta en el corazón mismo de la inmanencia. De vez en cuando, nos apetece subir a una montaña para oxigenarnos. La cima nos proporciona una visión panorámica de la realidad. Contemplamos nuestro entorno desde una perspectiva distinta. A lo mejor incluso llegamos a identificar los lugares por donde discurre habitualmente nuestra vida. Sin embargo, el punto de vista es diferente. Tomamos consciencia de dónde estamos, reconocemos territorios ya conocidos y, a la vez, nos percatamos de la existencia de parajes donde aún no hemos estado.

Asimismo, experimentamos una nueva complicidad con nuestros compañeros en el ascenso. Lejos de las preocupaciones diarias, nos sentimos colaboradores en un proyecto compartido que ninguno de nosotros ha diseñado.

En lo alto de la montaña todo se ve diferente o, mejor dicho, todo se ve mejor. Captamos con mayor nitidez el sentido de los acontecimientos, así como el de