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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Pablo Guerrero: Mucho más que dos. Por Rufino J. Meana Peón

Guerrero Rodríguez, Pablo: Mucho más que dos. Acercamiento pastoral a la pareja y la familia. Sal Terrae, Santander, 2016. 232 páginas. Prólogo de Mons. Carlos Osoro. Comentario realizado por Rufino J. Meana Peón (Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Universidad Pontificia Comillas).

Estamos ante un libro (Mucho más que dos…, en adelante MMQD) preñado de compasión, realismo e ideales, sin caer en idealizaciones porque, como dice Amoris Laetitia “no hacen bien algunas fantasías sobre un amor idílico y perfecto” (AL 135). Es un libro para aprender, pensar…, y orar. Pero por encima de todo para disfrutar de la capacidad que Pablo Guerrero tiene para formular de modo comprensible aspectos verdaderamente profundos y complejos, tanto desde el punto de vista teológico como psicológico, en un auténtico encaje de bolillos de gran belleza que nunca pierde de vista el complicado -y fascinante- momento que estamos viviendo. Es una muy digna estela de las afirmaciones del papa Francisco en torno a la familia: “las familias no son problema, son principalmente una oportunidad” (AL 7). A nuestro juicio, este libro se ubica en el entrecruzamiento de tres vectores importantes:

1. La era de la soledad…

La realidad es que, cada vez más, un gran número de individuos aparentemente conectados entre sí se encuentran existencialmente solos y aislados. Lo que más hace pensar a investigadores del ámbito de la psicología y la sociología es que generaciones enteras están creciendo en un planteamiento relacional sostenido sobre pseudo-conexiones, es decir, sin entrenar su capacidad para estar y encontrarse en el otro. El libro MMQD, plenamente consciente de ello, ofrece ayudas para no caer en el engaño de “falsas comunicaciones” que sólo esconden profundos egocentrismos e individualismos. Pablo Guerrero pone sobre la mesa la inherente ‘relacionalidad’ del ser humano y las dificultades que esta necesidad trae; relacionalidad es anhelo, también frustración. Nos habla de la pareja, sí, pero pone sobre la mesa que individualismos agregados no es lo mismo que unión de ánimos. Leyendo este libro, inevitablemente, uno se mira a sí mismo en su capacidad/incapacidad para relacionarse “saliendo del propio amor, querer e interés” en palabras de san Ignacio de Loyola. Esto es, en términos contemporáneos, interrogarse por la propia capacidad para la intimidad y la generatividad, señales inequívocas de madurez para Erikson. Es decir, vivir desviviéndose por el otro; algo demasiadas veces contracultural.