Casanueva Mazo, Bernardo: Feliz remesa. Vitruvio, Madrid, 2009. 221 páginas. Comentario realizado por Emilio del Río.
Último incendio en la palabra
La reciente publicación del poemario de Bernardo Casanueva Mazo, Feliz Remesa, brinda al lector una oportunidad única de iniciar un viaje de su mano. La experiencia de su lectura permite descubrir y recrear nuevos mundos, que no son ni las alucinaciones de José Hierro, ni las visiones en belleza de Aleixandre. Son signos de quien marcha del presente a lo desconocido y narra lo nunca visto, como «aproximaciones» a lo Real.
El poeta que no vuelve
Feliz Remesa es un libro complejo; en principio bastaría con escuchar el aire; «el aire canta, no de aquí» (p. 101) –es una cadena de expresiones similares por todo el libro–. Pero se puede ayudar a entrar, entendiendo, resumiendo un poco las cosas. Por ejemplo, hay aquí una honda inserción en la poesía de siglos, esa de que hablaba T. S. Eliot en los Cuatro Cuartetos. Basta ver su búsqueda, su constante extrañarse a la noche cerrada, al desierto interior, a la soledad hasta el fin, que, de vuelta, también, es la aparición del Suceso, la poesía coral que levanta en una piña la humanidad, sobre la tierra por el espacio, ardiendo en comunión, «por aquel Pan, Dios mío, el Pan aquél».