miércoles, 22 de marzo de 2023

Pedro Trigo: El carisma ignaciano ayer y hoy. Por Christopher Staab

Trigo, Pedro: El carisma ignaciano ayer y hoy. Claves para una lectura actualizada. Mensajero, Bilbao, 2022. 407 páginas. Comentario realizado por Christopher Staab.

El nuevo libro de Pedro Trigo, teólogo jesuita español radicado en Venezuela, enriquece la reflexión sobre el carisma ignaciano. En esta colección de ensayos, publicados a lo largo de las dos décadas del siglo XXI, el autor ofrece al lector su visión de la espiritualidad de aquel peregrino como la que sigue arrojando luz para todos aquellos que intentan caminar en su estela. Aunque el lema del centenario ignaciano –ver nuevas todas las cosas en Cristo– no se cita en el libro, los varios trabajos incluidos giran en torno a él. 

El libro, compuesto por dieciséis capítulos cuya extensión varía significativamente, se puede dividir en dos partes. La primera comienza con seis capítulos que versan de modo general sobre la vida de Ignacio. Dichos textos muestran el gran interés del autor por acudir a las fuentes ignacianas para proporcionar luz sobre el modo de ser de la Compañía de Jesús hoy. Principalmente centrado en la Autobiografía, los puntos más importantes para el teólogo se pueden resumir en tres: la importancia de la designación “peregrino”, el significado eclesial del debate de Ignacio con los dominicos en Salamanca, y la decisión de ir a París y ordenarse presbítero para predicar en pobreza a la apostólica. Más novedosas para el lector son algunas observaciones que Trigo deduce de su lectura: la creciente especialización de los jesuitas que puede carecer de una firme base experiencial de Jesús, y el compromiso institucional de la Compañía de Jesús que puede olvidar lo que es más patente en el carisma, a saber, la dimensión personal del mismo. 

Los últimos diez capítulos se centran en ensayos sobre el carisma desde enfoques más teológicos y sociales. Insigne entre ellos es el capítulo 11 que ofrece un largo argumento –más de 90 páginas– sobre el tema de cómo leer los signos de los tiempos. También, en lo que se podría considerar como la segunda parte del libro, se ofrece un capítulo sobre el servicio parroquial al estilo ignaciano. En ese capítulo el autor se muestra como un pastor cercano, abocado a detectar los signos de los tiempos con un pueblo concreto e histórico. En esta sección del libro se vislumbra una fuente de interpretación más importante que todos los textos presentados: la propia autografía marcada por el pueblo venezolano.

Aun reconociendo el valor de la reflexión ofrecida, la organización del libro tiene una carencia importante. No se indica de dónde vienen o en qué año fueron escritos los artículos. Dicha ausencia, aunque pequeña, ocasiona otras perplejidades: sorprende no ver en todo el libro una referencia al magisterio de Papa Francisco (quizás el intérprete más importante hoy del carisma ignaciano), y, aún más sorprendente, no se menciona la aguda crisis migratoria padecida por el pueblo venezolano. En un libro dedicado a leer los signos de los tiempos, la falta de anclaje histórico junto con la dificultad de ver una mayor organización en los textos seleccionados conlleva el riesgo de que los ensayos ofrecidos se sitúen superficialmente con respecto a la historia densa a la que quieren responder. 


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