Mostrando entradas con la etiqueta Andrés Torres Queiruga. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Andrés Torres Queiruga. Mostrar todas las entradas

lunes, 16 de noviembre de 2015

Pedro Castelao: La visión de lo invisible. Por Javier Sánchez Villegas

Castelao, Pedro: La visión de lo invisible. Contra la banalidad intrascendente. Sal Terrae, Santander, 2015. Colección “Presencia Teológica” 219. 176 páginas. Prólogo de Andrés Torres Queiruga. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Libro valiente, osado, atrevido. El título ya nos habla de límites que están llamados a ser trascendidos. Nos invita a algo que, a priori, se nos aparece como antitético, inasumible por el ser humano. El subtítulo, por otra parte, tiene algo de agresivo (“contra…”), de inconformista. ¿Es posible, en nuestro líquido presente, enfrentarse a algo si no es desde una presencia que, al menos, podamos intuir como mínimamente sólida? Este es el quid de la cuestión.

Pedro Castelao (Ribera, 1975), profesor de antropología teológica en la Universidad Pontificia Comillas, no lo duda. Y como laico, padre de tres hijos (en pocos libros un autor se retrata tanto como en este), se ve en la necesidad de plantear ciertas cuestiones que puedan ayudarles a orientar sus vidas desde una apertura a la trascendencia. El objetivo es que, cuando estos sean mayores, puedan leer lo que les ha escrito su padre y que su lectura les pueda “ayudar a descubrir la presencia del Absoluto que todo lo sostiene”.

Así pues, el autor plantea un itinerario jalonado en cinco partes, que forman como un “semicírculo, un arco o una parábola”. El capítulo 1 (Todos buscamos al Absoluto. La razón religiosa y el trasfondo de lo finito) marca un movimiento inicial de ascenso. Se trata de tomar conciencia de todo lo que nos rodea y que no podemos percibir: la visión de lo invisible. El capítulo 2 (La búsqueda de Anselmo. La razón metafísica y el Único Necesario) se centra en el argumento ontológico que san Anselmo planteó en el siglo XI y con el que trata de mostrar la existencia de Dios a partir del propio concepto que tenemos de Él como el ser mayor más allá del cual nada puede ser pensado. Tras un análisis pormenorizado del tema, el autor concluye que «su ausencia categorial es su particular forma de presencia. A esto lo llamo carácter ultracreatural de Dios. Esto es lo que significa trascendencia». 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Andrés Torres Queiruga: Diálogo de las religiones. Por Juan Antonio Irazabal

Torres Queiruga, Andrés: Diálogo de las religiones y antocomprensión cristiana. Sal Terrae, Santander, 2005, 151 páginas. Comentario realizado por Juan Antonio Irazabal.

¿Para amar a Jacob, tiene Dios que odiar a Esaú?

En lugar de los cuatro mil que le suponía la tradición bíblica, la humanidad tiene tras de sí un millón de años y ocupa no sólo las riberas del Mediterráneo sino los cinco continentes. Estos dos datos obligan a todo creyente a preguntarse por la relación de Dios —y la suya propia— con las demás religiones. Por ello, y a juzgar por el título de esta obra, parecería que el diálogo de religiones se impone por el hecho mismo de su pluralidad y que de este diálogo tiene que brotar una nueva comprensión del cristianismo. Nos encontraríamos, pues, ante una especie de teología inductiva. Pero no es así. El contenido real y la lógica profunda de esta interesante reflexión del conocido teólogo gallego van exactamente en el sentido opuesto: la auténtica comprensión de la revelación cristiana nos orienta necesariamente hacia el encuentro con las demás experiencias religiosas. 

Su punto de partida es el conocido texto de la primera carta a Timoteo: «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad» (2, 4), por una parte, en contra de todo exclusivismo. Y, por otra, el carácter necesariamente concreto e histórico de toda revelación. Concebirla como una especie de «dictado divino» ajeno a las circunstancias concretas de cada creyente y de cada religión no concuerda con la tradición bíblica. Toda experiencia humana está situada en el tiempo y en el espacio. Más aún: sólo desde la particularidad es posible alcanzar la universalidad. Pero de ahí no se ha de sacar la conclusión de que todas las religiones son iguales (a la manera del «pluralismo» de John Hick). De todas maneras, Dios trata siempre con un tú concreto que se siente elegido por Él. Todos son elegidos. En Dios no hay acepción de personas. Por ello, no puede hablarse de elección en sentido exclusivo. Para amar a Jacob, Dios no necesita odiar a Esaú (Mal 1, 2-3). Semejante exclusivismo es un antropomorfismo más de los muchos que hemos atribuido a Dios.

lunes, 3 de junio de 2013

Andrés Torres Queiruga: ¿Qué queremos decir cuando decimos "infierno"? Por Javier Sánchez Villegas

Torres Queiruga, Andrés: ¿Qué queremos decir cuando decimos "infierno"? Sal Terrae, Santander, 1995. Colección "Alcance" 48. 106 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

No hay un solo curso en el que alguno de mis alumnos no me pregunte por el infierno. Veo que suscita interés y curiosidad. También algo de miedo. "¿Es verdad que si morimos en pecado nos vamos al infierno para siempre"? Bonita pregunta. Si esta cuestión se la planteáramos a una docena de católicos creyentes y "practicantes", nos quedaríamos sorprendidos por la variedad de sus respuestas. Nos encontraríamos con los que dirían que el infierno está aquí en la tierra y no en el más allá. Otros afirmarían que es posible que exista, pero que nadie tiene la certeza de que haya alguien allí. Por último, habría quienes dirían que, por supuesto, existe y está lleno de gente para toda la eternidad.
Otra pregunta curiosa sería la siguiente: "¿Cómo se imagina usted el infierno?". Aquí tendríamos respuestas para todos los gustos. Desde las calderas de Pepe Botero, con mucho olor a azufre, hasta una especie de fiestuqui a tope con todas las actrices, cantantes y mujeres de vida ligera y moral distraída, etc. De verdad, hay gente que se imagina el infierno más divertido que el cielo (al cielo van las beatas meapilas, todas serias y de negro, mientras que al infierno...). Al final, todos hechos un lío.
Para aclarar este tema, hoy os quiero presentar un libro corto (106 páginas) escrito hace ya algunos años por uno de los teólogos españoles más importantes e influyentes en la cultura religiosa de los últimos treinta años: Andrés Torres Queiruga. Pienso que es tan importante que no necesita presentación. Por si acaso, os hago una pequeña semblanza.