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miércoles, 26 de mayo de 2021

Pedro Lecanda Jiménez-Alfaro: De Gravedad y Gracia. Por Víctor Herrero de Miguel

Lecanda Jiménez-Alfaro, Pedro: De Gravedad y Gracia. Ars Poetica, Oviedo, 2018. 118 páginas. Comentario realizado por Víctor Herrero de Miguel (Cap Escuela Superior de Estudios Franciscanos, Madrid).

En el prólogo a Los Conjurados (1985), su último poemario, escrito un año antes de morir, Borges anota: «Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso. No hay poeta, por mediocre que sea, que no haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados. La belleza no es privilegio de unos cuantos hombres ilustres. Sería muy raro que este libro, que abarca unas cuantas composiciones, no atesorara una sola línea secreta, digna de acompañarte hasta el fin».

Pienso que, si lo que el sabio argentino dice es verdad, abrir un libro de poemas y sumergirse en su lectura es una de las aventuras más osadas de cuantas se puedan emprender, pues su fruto (una línea secreta que nos acompañe hasta el fin) tiene mucho de recompensa heroica. Así, sostenido por las palabras del viejo poeta, me adentro en la primera obra de un poeta joven, Pedro Lecanda Jiménez-Alfaro (Madrid, 1996), titulada De gravedad y gracia, y que la editorial Ars Poetica, en su colección Ars Nova, generosa y bellamente nos regala. 

Los poemas vienen precedidos de una presentación en la que Ilia Galán ofrece su

martes, 6 de abril de 2021

Carlos Blanco: Canto a lo desconocido. Por Víctor Herrero de Miguel

Blanco, Carlos: Canto a lo desconocido. Ars Poetica, Oviedo, 2017. 100 páginas. Comentario realizado por Víctor Herrero de Miguel (Escuela Superior de Estudios Franciscanos, Madrid).

Leer poesía un sábado por la mañana –una mañana de primavera que parece recién dibujada por un ángel– predispone a la mirada para captar todo el bien que ofrece el mundo. Si el poemario, además, es la obra de alguien bueno, que acoge la bondad, la reparte y la celebra, los ojos que leen se sienten como una copa que una mano generosa ha llenado de buen vino. La de Carlos Blanco (Madrid, 1986) es una mano que, tras haber acariciado muchas ramas del saber –la filosofía, la historia, la egiptología, la química o la teología–, se posa ahora en la poesía demostrando que también ella es una forma del conocimiento. Lo cierto es que es algo que durante muchos siglos habíamos sabido y que, tristemente, hemos olvidado: que los poetas –nombrándola– nos explican la realidad.

Canto a lo desconocido consta de veintiséis poemas en los que la palabra se adentra en el misterio. En el primero de ellos –un extenso himno a la sucesión de la claridad y de las sombras y a sus respectivos poderes– leemos: 

¡Qué dulce el sentimiento que vincula 
lo que parecía contradictorio!
¿No es divino ansiar