Pérez Álvarez, Marino: El mito del cerebro creador. Cuerpo, conducta y cultura. Alianza, Madrid, 2011. 240 páginas. Comentario realizado por Alfonso Salgado Ruiz.
Algunos libros son originales en la propuesta y defensa de sus tesis; otros basan su calidad en la buena y novedosa organización de contenidos ya conocidos, que estructuran de manera mejor y tienen mayor impacto; otros resultan claros en la formulación de sus postulados porque el autor domina el contenido, está seguro de sus afirmaciones y cuida magistralmente el lenguaje. Y otros (pocos), además de todo esto, resultan necesarios y oportunos porque ayudan a poner luz en cuestiones clave donde nos jugamos mucho, y desmontan creencias que (por repetidas incluso sin demasiado fundamento) se asumen de manera acrítica y causan entuertos que tardan mucho en ser deshechos. El libro de Marino Pérez es uno de estos últimos: oportuno, necesario, contundente en sus afirmaciones, bien justificado en sus razonamientos, bien ordenado en su desarrollo y magistralmente escrito.
El texto es una respuesta bien argumentada, una réplica desde dentro, al excesivo protagonismo que últimamente (y de forma desmedida e interesada) se ha concedido al cerebro como protagonista principal (mejor dicho, único) en la determinación de la conducta humana y de todos los productos culturales que las personas hemos construido a lo largo de los siglos. Así, se afirma que el cerebro "segrega conducta" o se formula que la cultura, la filosofía, las relaciones sociales e incluso la religión y la economía deben ser realmente consideradas "neurocultura", "neurofilosofía", "neurorreligión" y "neuromarketing". De pronto, parecería que todo depende de un conjunto de neuronas que definen lo que una persona es, la neurociencia (y especialmente las técnicas de neuroimagen funcional) se convierte en la ciencia guía, el patrón-oro de toda explicación posible y verdadera, y se asumen las conclusiones oportunas de este modo de proceder sin cuestionamiento alguno. Es (este modo de entender) la neurociencia la nueva referencia epistemológica del siglo XXI, como lo fue la física en el siglo XIX.