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viernes, 27 de noviembre de 2020

Hermano Roger: La Regla de Taizé. Por Javier Sánchez Villegas

Hermano Roger: La Regla de Taizé. La Règle de Taizé. PS, Madrid, 2020. 95 páginas. Traducción de Francisco Javier Elizari y José Miguel de Haro. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Yo creo que no hace falta presentar a los lectores de Libris Liberi qué es Taizé. Es algo más que un pueblo de Francia. Es una comunidad ecuménica cuyo carisma es acoger a toda la gente que se acerca allí para encontrarse con otras personas y con Dios. Taizé es sinónimo de juventud que busca. Es sinónimo de encuentro, de parada, de escala en el camino. También es sinónimo de profundidad, de cercanía, de aceptación. Taizé es música, canto, celebración. ¿Quién no conoce alguna canción de Taizé, de esas que se repiten a modo de canon y que se cantan normalmente en latín? Sí, me vienen a la cabeza muchos cantos típicos de Taizé: Adoramus te, Domine; Misericordias Domini; Christus resurrexit, etc. Y también en nuestras lenguas vernáculas: De noche iremos, de noche; Nada te turbe; La ténèbre n'est point ténèbre; Bleibet hier; Bless the Lord my soul; etc.

La comunidad de Taizé fundamenta y estructura todo lo que pasa allí: celebraciones, momentos de oración, de enseñanzas, de cursos sobre muy diversos temas: Biblia, Iglesia, sociedad actual, jóvenes... La comunidad recibió un carisma específico en plena Segunda Guerra Mundial (cuando inició el Hermano Roger esta comunidad): acoger heridos de guerra sin importar nacionalidad, creencias religiosas, bando, etc. Poco a poco, la comunidad fue creciendo, llegando a lo que

martes, 22 de mayo de 2012

Hermano Roger de Taizé: Las fuentes de Taizé. Por Javier Sánchez Villegas

Hermano Roger de Taizé: Las fuentes de Taizé. Dios nos quiere felices. PPC, Madrid, 2000. Colección Sauce 103. 106 páginas. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.


Hace muchos años, creo que fue en julio del año 1983 (contaba por aquel entonces con 19 años), fui con mi comunidad de vida a Paray-le-Monial (Francia). Al llegar el día de mi cumpleaños, alguien me dijo que qué quería como regalo. Me salió del corazón: quiero ir a Taizé (que está a unos 50 km de Paray). Allí estuve un día, suficiente como para que me dejara una huella imborrable. Recuerdo la capilla enorme abarrotada de jóvenes que cantaban canciones en latín y en todas las lenguas inimaginables. También el precioso testimonio de encuentro profundo y de perdón que daban un joven alemán (descendiente de un militar nazi) y una chica judía, que había perdido a parte de su familia en los campos de concentración. Cuando los dos se fundieron en un abrazo de amor y perdón, todo el mundo estalló en gritos de alabanza a Dios y en un sonoro aplauso. No se me olvidará en mi vida. Desde ese momento, siempre he deseado volver a Taizé.
En este pasado puente de mayo, mi sueño se ha cumplido. Durante unos pocos días, he podido revivir en Taizé (junto con Cristina, Rodrigo y unos amigos) la magia del encuentro pasado, que ha sido claramente superado por el presente de la gracia, que se ha derramado por doquier, inundando nuestros corazones. Los momentos de oración, en la capilla que sale en la portada del libro que vamos a comentar, los jóvenes de muchas partes del mundo unidos con un mismo deseo de encuentro con Dios... todo te invitaba al silencio, al recogimiento interior, a ir a lo más profundo de tu corazón, allí donde habita el Absoluto. Tengo que reconocer que he vuelto renovado, con muchas energías para afrontar de nuevo la vida, con sus momentos de luz y también de oscuridad.