Saramago, José: Ensayo sobre la ceguera. Alfaguara, Madrid, 1996 (original de 1995). 400 páginas. Traducción de Basilio Losada Castro. Comentario realizado por Jesús Oteo.
Un conductor esperando impaciente
la luz verde del semáforo en la hora punta de una ciudad cualquiera descubre,
aterrorizado, que no la va a poder ver: súbitamente se ha quedado ciego.
La carga dramática de la desdicha
inesperada, junto con el caos generado a su alrededor, guían el inicio de esta obra,
mestiza de novela de ficción y ensayo sociológico, en la que José Saramago realiza
una profunda y desgarradora crítica social.
La fragilidad e indefensión que
transmite el enfermo repentino hacen aflorar en los testigos los más altruistas
sentimientos de comprensión y ayuda. Sentimientos despreocupados de quienes ven
el infortunio ajeno bajo la perspectiva de la distancia, a cubierto tras la falsa
pantalla de seguridad que proporciona el saber “que esas cosas solo les pasan a
los demás”. Pero, en esta ocasión, no se trata de una desdicha individual sino
compartida, y ese caso anecdótico y excepcional de “ceguera blanca” se convierte en el inicio de una epidemia de
etiología tan desconocida como lo son las repercusiones sociales que puede
llegar a generar.
Víctimas del pánico que la
amenaza descontrolada genera en la sociedad, lejos ya de esos nobles
sentimientos iniciales, los nuevos ciegos son puestos en cuarentena en un gueto
sin más normas de convivencia que las que sus propios inquilinos sean capaces
de arbitrar de una forma improvisada.
A partir de este momento, primero
confinados en ese lazareto inhumano y más tarde, cuando la pandemia desborda
cualquier intento de control por parte de las autoridades, “libres” por una
ciudad irreconocible por sus mermados sentidos, inician una aventura de
supervivencia en la que los más primitivos instintos de la naturaleza humana
afloran en busca de persistir a cualquier precio.