Arnaiz, José María: Vida y misión compartidas. Laicos y religiosos, hoy. PPC, Madrid, 2014. 210 páginas. Comentario realizado por José Fernando Juan Santos.
Es ya sabido que el Concilio Vaticano II, cuyo medio centenario hemos celebrado recientemente, planteó a la iglesia una auténtica renovación. Y también conocemos la situación en la que se encuentran muchas instituciones de vida consagrada en la actualidad. El laicado es tema que inquieta y despierta interés. Ha sido objeto en reuniones de congregaciones y estructuras de vida religiosa. En este sentido, laicos y religiosos generan una nueva cultura de relación y pone sobre la mesa asuntos a los que hay que dar una respuesta. Visto esto, José María Arnaiz reflexiona en el libro, con un lenguaje muy accesible que no prescinde de rigor, sobre la vida (y misión) compartida entre unos y otros. Se ha superado en muchos lugares la visión acólita del laicado, la mera colaboración o supeditación, dando paso a la integración y al mutuo reconocimiento carismático más allá de la misión y de la tarea. Lo cual exige una reflexión más profunda y con mayor calado en la que todos están llamados a participar. El autor se sitúa ahí, discutiendo lo que han sido –y quizá sigan siendo– puntos de conflicto y tensión con una gran sinceridad, y facilitando caminos.
Es ya sabido que el Concilio Vaticano II, cuyo medio centenario hemos celebrado recientemente, planteó a la iglesia una auténtica renovación. Y también conocemos la situación en la que se encuentran muchas instituciones de vida consagrada en la actualidad. El laicado es tema que inquieta y despierta interés. Ha sido objeto en reuniones de congregaciones y estructuras de vida religiosa. En este sentido, laicos y religiosos generan una nueva cultura de relación y pone sobre la mesa asuntos a los que hay que dar una respuesta. Visto esto, José María Arnaiz reflexiona en el libro, con un lenguaje muy accesible que no prescinde de rigor, sobre la vida (y misión) compartida entre unos y otros. Se ha superado en muchos lugares la visión acólita del laicado, la mera colaboración o supeditación, dando paso a la integración y al mutuo reconocimiento carismático más allá de la misión y de la tarea. Lo cual exige una reflexión más profunda y con mayor calado en la que todos están llamados a participar. El autor se sitúa ahí, discutiendo lo que han sido –y quizá sigan siendo– puntos de conflicto y tensión con una gran sinceridad, y facilitando caminos.
La experiencia y visión de José María avalan sus palabras cuando se refiere al enriquecimiento que supone para laicos y religiosos esta nueva forma de vida, y también para la misión y la Iglesia en su conjunto. Sin duda, ello resulta uno de los grandes frutos del Concilio que no puede arrinconarse ni tratarse como si estuviera por estrenar. De hecho, el libro refleja en sus diversos capítulos esta evolución y el camino recorrido por parte de laicos y de religiosos. Ambos beben de la misma fuente carismática con gran acierto y esperanza, sin ocultar por ello la necesidad de cambio de mentalidad todavía por hacer.
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