Mendonça, José Tolentino: Pequeña teología de la lentitud. Fragmenta, Barcelona, 2019. 74 páginas. Traducción de Teresa Matarranz. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
Me imagino que, a estas alturas, todo el mundo de Iglesia debe conocer a José Tolentino Mendonça. Es arzobispo-bibliotecario portugués del Vaticano, encargado el año pasado (en 2008) de dar los ejercicios espirituales de Semana Santa tanto al Papa como a la curia vaticana. De hecho, en la editorial Sal Terrae, han publicado un libro cuyo título es Elogio de la Sed, en el que se recogen dichos ejercicios espirituales (en su momento ya haremos una reseña de este libro, porque me ha parecido extraordinario).
Como ya os comenté hace varios meses, en septiembre tuve un accidente de moto muy importante (alcance múltiple y un coche me pasó por encima). De entrada, es un milagro que esté vivo o que, como mínimo, no esté en silla de ruedas. Por otra parte, mi recuperación está siendo muy buena, hasta el punto de que ahora puedo moverme con muletas (hasta hace poco tiempo iba en silla de ruedas). Puedo moverme, sí, pero todo muy despacio. Me visto despacio, me ducho despacio... todo lo hago despacio (obviamente, porque no puedo hacerlo deprisa). La cuestión es que cae en mis manos este libro de José Tolentino Mendonça que se titula Pequeña teología de la lentitud. ¡Este es el momento de leerlo!, pensé. Y me puse manos a la obra. No tardé mucho en acabarlo, pues tiene solo 74 páginas. Pero qué densidad y qué maravilla todo lo que dice. A veces creo que los libros más pequeños en páginas encierran la pureza de las verdades mejor que los grandes.
Comenzamos con el arte de la lentitud, que hemos olvidado hace tiempo en nuestras sociedades occidentales. "Pasamos por las cosas sin habitarlas, hablamos con los demás sin escucharlos, acumulamos información que no llegaremos a profundizar... La velocidad a la que vivimos nos impide vivir".
Continuamos con el arte de lo inacabado. "Una muestra de sabiduría es aceptar que el tiempo no se estira, que es increíblemente breve y que, por ello, debemos vivirlo de la manera más equilibrada posible".
El libro continúa: el arte de agradecer lo que no nos dan, el arte del perdón, el arte de esperar, el arte de cuidar, el arte de contemplar la vida... En definitiva, el arte de vivir, que pasa necesariamente por el arte de morir (sí, has leído bien) y por el arte de no saber.
Cuando leemos este pequeño libro, y meditamos cada uno de sus puntos (es un libro que hay que leer con un lápiz en la mano), nos damos cuenta de que toca lo más esencial de la vida humana. Necesitamos reaprender el aquí y el ahora de la presencia, necesitamos reaprender lo entero y lo uno.
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