viernes, 11 de noviembre de 2022

Henri J. M. Nouwen: La comunidad. Por Rubén Alonso Álva

Nouwen, Henri J. M.: La comunidad. Sal Terrae, Santander, 2022. 192 páginas. Edición de Stephen Lazarus. Comentario realizado por Rubén Alonso Álva.

Desde la necesidad de comunión que está vigente y pujante en diferentes ámbitos de la vida social y religiosa, nos llega esta recopilación de escritos de Henri Nouwen con claves prácticas sobre la vida comunitaria. Nouwen resulta un escritor original y estimulante por la aplicación de su propia experiencia a lo que pretende comunicar. No en vano, la mayoría de las conferencias recogidas por el editor, Stephen Lazarus, datan del final de su vida, en su papel de miembro y acompañante espiritual de su comunidad de El Arca en Toronto. Su experiencia de convivencia y celebración, dentro de un grupo compuesto por personas con discapacidad y voluntarios, fue un punto culminante a la hora de reposar su alma, definir su identidad personal y dar cumplimiento a una vida de permanente búsqueda del evangelio de Jesús. Y eso que su trayectoria de profesor, misionero y conferenciante no parecía la más propicia para servir como ejemplo de vida dedicada a la comunidad, con sus características de estabilidad, cuidado mutuo y abnegación. Paradójicamente, Nouwen no necesita convencer a nadie de las virtudes de la vida en comunidad y tampoco intenta maquillar las durezas y limitaciones que conlleva la vida comunitaria. El proyecto de espiritualidad que subyace a cada uno de los capítulos de este volumen no es diferente del fondo del mensaje de Jesús y pone el acento en el don que supone, simplemente, compartir nuestra común condición humana, para que la reclamemos y proclamemos con todas sus consecuencias e implicaciones. Algo tan obvio y evidente precisa de un recordatorio que rescate a la vida comunitaria del olvido y resalte su valor como cauce de expresividad, medio de reconciliación y fuente de creatividad. 

Por eso, Nouwen se reconoce en la situación de cualquier destinatario de su mensaje y le sugiere, con el corazón en la mano, permanecer plenamente en la comunidad que a cada uno le ha tocado vivir como camino espiritual más seguro. Nada como la comunidad tiene un semejante potencial transformador para aceptar la propia verdad personal, comprender el dolor ajeno e, incluso, revertir realidades tan repulsivas como el dolor, la injusticia o la violencia. No hace falta evitar la soledad, la incertidumbre o la fragmentación de la vida moderna para poder vivir en comunidad de manera plena y realista, y eso es una buena noticia que, cuando viene del testimonio auténtico y preciosamente descrito por Nouwen, no se puede dejar escapar. 


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