Aleixandre, Dolores: La contemplación para alcanzar amor. Una aproximación bíblica. Sal Terrae, Santander, 2017. 109 páginas. Comentario realizado por Susanne Kiesewetter.
“Tejer juntos el hilo del lenguaje de Ignacio de Loyola en su Contemplación para alcanzar amor y el de la Escritura”: éste es el propósito que persigue Dolores Aleixandre en su nuevo libro La contemplación para alcanzar amor. Una aproximación bíblica. En cuatro capítulos, muy diferenciados en su enfoque de la temática, va relacionando las palabras de san Ignacio con la experiencia creyente reflejada en la Sagrada Escritura como con la de otros creyentes posteriores, y así ofrece una rica profundización de esta pieza clave del libro de Ejercicios.
El capítulo tal vez más original, en el que Dolores Aleixandre despliega todo su potencial como escritora del género narrativo, es el primero que, para introducir el tema, hace disfrutar al lector de una presentación narrativa del camino interior recorrido en los Ejercicios ignacianos y del horizonte ofrecido por ellos, justo en este punto final del proceso que constituye en el libro de Ejercicios la Contemplación para alcanzar amor. Un capítulo de profunda belleza que evoca en el lector que ha recorrido el camino de los Ejercicios la memoria agradecida, y que puede despertar el deseo en quien no lo ha vivido todavía.
En un segundo capítulo, Dolores Aleixandre se acerca al texto literal de san Ignacio y lo recorre, paso a paso, de la mano de la Palabra. La instrucción práctica del libro de Ejercicios y la experiencia creyente reflejada en la Escritura se entrelazan de modo que la Contemplación de alcanzar amor se muestra acompañada por una nube de testigos que lo explican y clarifican desde su experiencia de fe. Más allá de hacer un nuevo comentario del texto de san Ignacio, de las cuales habrá muchos y buenos, es un acercamiento valioso, justamente por su capacidad de hacer resonar en las experiencias de vida, propias y ajenas, una riqueza de significados que son difíciles de transmitir en una explicación más abstracta.
Sigue en el tercer capítulo, el más largo, una propuesta de acercamiento orante. En doce apartados se invita al lector a pararse en las expresiones propias del ejercicio de san Ignacio y orar con ellas desde textos bíblicos. Puede surgir la pregunta de si, al buscar profundizar en los detalles, no se pierde la fuerza dinámica que tiene el propio ejercicio que está pensado para una unidad temporal más corta. Por otra parte, si la Contemplación para alcanzar amor ha sido descrita como estado espiritual final, permanente de quien vive sirviendo y amando en todo, y si a su vez somos conscientes de que en esta vida todavía no vivimos permanentemente en esta plenitud del amor, ¿por qué no retomar después de unos Ejercicios este ejercicio cumbre, ahondando en él detalle por detalle? Y ciertamente ofrece este capítulo a quien da Ejercicios una riqueza de textos e impulsos complementarios para poder profundizar en uno u otro aspecto.
El libro termina con una antología de textos de origen diverso: ignacianos, de otras corrientes de espiritualidad y de otras tradiciones religiosas. Una cuarta manera para acercarse a la Contemplación para alcanzar amor encontrando su vivencia en las palabras de otros creyentes y para –junto a ellos– reconocer tanto bien recibido y así poder, cada vez más, en todo amar y servir a su divina majestad [Ej 233].
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