LAMET, Pedro Miguel: Arrupe. Una explosión en la Iglesia. Temas de Hoy, Madrid, 1989 1ª edición). 509 páginas. Comentario realizado por Norberto Alcover.
Cuando todavía Pedro Arrupe mantiene un tenue hilo de vida en la enfermería de la Curia generalicia que la Compañía de Jesús alza junto a la columnata vaticana, aparece la primera biografía de este hombre peculiar, que tanto ha significado para la evolución de los jesuítas contemporáneos y que produjo, con su talante personal y de gobierno, apasionadas amistades y enemistades. Estamos, por lo tanto, ante una obra llamada, irremediablemente, a soportar reacciones muy diversas, puesto que serán muchos los que se acercarán a ella desde actitudes preconcebidas, siempre malas consejeras para juzgar cualquier cosa, y todavía más si se trata de “cuestiones humanas".
Y dado todo lo anterior, que complejiza desde dentro la tarea crítica, abordaremos la obra en cuestión desde tres perspectivas correlativas y complementarias, para intentar clarificar tanto el texto que el posible lector tenga entre sus manos como el trabajo realizado por el autor. Analizaremos la gestación de la obra (para deducir sus fundamentos objetivos, imprescindibles en una biografía), en segundo lugar veremos cuál es el género literario utilizando para comunicarnos los contenidos (porque en este asunto pienso que se encierra gran parte de la posible controversia), para concluir con un acento sobre las intenciones del autor al encarar a su personaje (dado que toda biografía está íntimamente relacionada, dígase o no, con la actitud subjetiva del autor respecto del protagonista).
El autor ha dedicado cerca de ocho años a trabajar la biografía de Pedro Arrupe. Además de largas conversaciones con el mismo Arrupe, cuando éste, ya enfermo, todavía conservaba plena lucidez y hacía gala de una loable apertura en sus confesiones (detalle a tener muy en cuenta), Lamet ha recorrido prácticamente todos los lugares fundamentales de la peripecia arrepista y en ellos ha conectado con multitud de personas que le conocieron a nivel familiar, jesuítico y de todo tipo, teniendo acceso a un acervo llamativo de correspondencia, siempre importante para conocer al personaje en reacciones tan íntimas como cotidianas. De hecho, tras los 20 capítulos de la obra, el lector encontrará 43 páginas dedicadas íntegramente a “notas” que se han ido sugiriendo a lo largo y ancho del libro. A lo único que no se pudo acceder ha sido a los archivos secretos de la Compañía, puesto que solamente se hacen públicos al cabo de algunos años de la muerte de cada jesuita. Quiere decirse con esto que una obra que se lee de un tirón, se sostiene en un aparato objetivo de gran envergadura, pero con la habilidad de que éste jamás interfiere la lectura: en todo caso, el lector es remitido a las “notas” indicadas. Está claro que cuando futuros biógrafos tengan en sus manos los archivos secretos antes referidos, se podrá profundizar todavía más en la personalidad y obra de Pedro Arrupe. Pero este importante detalle no invalida en manera alguna este primer acercamiento al ex-Superior General de la Compañía.
Tanto material acumulado por el autor ha encontrado una vehiculación literaria tan precisa como oportuna, teniendo muy presente que se deseaba escribir un texto asequible para todo público lector y no solamente para personas conocedoras previamente del personaje y de la Compañía última. Lamet, excelente periodista, ha conseguido un estilo de enorme fluidez, jamás fatigoso, que consigue acercar al personaje de manera llamativa, pero sin perder en todo momento calidad, precisión y seriedad. Así, la vida de Pedro Arrupe aparece como una auténtica aventura humana y creyente, que se recorre con placer lector y con auténtica empatía, a menos que se tengan determinados aprioris, ya aludidos. En la elección del estilo comunicativo, radica, a mi entender, la clave del éxito que seguramente obtendrá el libro, porque el hombre de la calle desea encontrarse con personajes y realidades religiosas “a su alcance” pero, a la vez, dignas de crédito. Importa tener muy en cuenta lo dicho para no juzgar esta biografía desde parámetros nunca pretendidos por el autor, en una decisión tan definida como eficaz. Tiempo habrá para que lleguen los historiadores profesionales y se acerquen al personaje con estilo diferente, más seco explícitamente erudito. Pero Lamet escogió su clave estilística. Y necesariamente determina el talante de la obra.
Y llegamos, por fin, a lo más delicado en toda biografía: las intenciones del autor al encarar a su personaje. Está claro que Lamet es un entusiasta de Pedro Arrupe, como se deduce de las páginas introductorias. Y tenía claramente decidido contarnos su vida como la de un personaje excepcional para la Compañía, para la Iglesia y también para los hombres y mujeres de un momento histórico determinado. Por ello mismo, el título implica una toma definida de postura: la vida de este vasco universal es una progresión permanente de situaciones eclesiales y civiles que culminan con una positiva gestión al frente de la Compañía, para abocarse, inmediatamente, al misterio cristiano de la pascua en el dolor de un clamoroso silencio. Arrupe, para Lamet, es una tremenda explosión en la Iglesia, explosión que se traduce en propuestas, sugerencias, medidas, actuaciones en una línea claramente en sintonía con el Vaticano II. Desde esta óptica, insisto en ello, los dos últimos capítulos (titulados emblemáticamente “La renuncia” y “Habla el silencio”) son de una potencia significativa impresionante porque demuestran a dónde se llega, llevados por la misteriosa mano de Dios, cuando se ha sido consecuente con la verdad y se ha obrado con honestidad. Pero quede claro que esta progresión del personaje no se ve afectada por manipulaciones de interpretación sino que mantiene un tono narrativo/descriptivo muy preciso.
En una palabra, nos encontramos ante una primera aproximación biográfica a una de las más eminentes personalidades de la Iglesia y de la Compañía contemporánea, así como a un ser humano y creyente de altos quilates. Sin duda alguna, podrían haberse citado una serie de defectos, errores y limitaciones de Pedro Arrupe, pero la intención del autor era, precisamente, señalar esa nítida progresión de una vida entregada al amor servicial con todas sus consecuencias, que culmina en el dolor escondido. El lector desapasionado encontrará en estas páginas, si acierta a acercarse a ellas sin determinismos anquilosantes, la historia sugestiva y ejemplar de un ser humano que, desde una extraña libertad interior, siempre procedió como, en conciencia, pensó que debía proceder. No es poca grandeza de alma.
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