miércoles, 5 de noviembre de 2025

Walter Kasper: La misericordia. Javier de la Torre

Kasper, Walter: La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana. Sal Terrae, Santander, 2013. 248 páginas. Comentario realizado por Javier de la Torre.

El Cardenal Kasper regaló este libro al nuevo papa Francisco antes del cónclave, y el papa lo leyó. En el primer Ángelus del papa Francisco, el 17 de marzo de 2013, el papa recomendó la lectura del libro. De hecho, esbozando una sonrisa, dijo: «No penséis que hago publicidad de los libros de mis cardenales. No es así. Pero es que me ha hecho tanto bien...».

El libro, efectivamente, hace mucho bien por el tema y la forma de tratarlo. La claridad y la precisión del lenguaje son impecables, y el orden de las ideas se expone con un ritmo casi meditativo. El origen del libro se encuentra en las dificultades y limitaciones que experimentó el Cardenal Kasper al dar una charla sobre la misericordia en unos Ejercicios. Esta limitación humana y teológica le condujo a profundizar en el tema y a constatar cómo la centralidad de la misericordia en la Biblia o en la espiritualidad no había impregnado la teología sistemática. De hecho, reconoce que en los manuales más recientes de teología dogmática, suele estar por entero ausente (p. 19) y, cuando es tratada, se aborda como uno más de los atributos divinos.

El libro responde a una serie de preguntas: ¿Qué quiere decir creer en un Dios misericordioso? ¿Qué relación existe entre la misericordia de Dios y su justicia? ¿Cómo podemos hablar de un Dios que comparte el sufrimiento y la alegría de sus criaturas? ¿Son conciliables el mal inmerecido y la misericordia de Dios? ¿Cómo podemos responder a la misericordia de Dios en nuestra forma de actuar? ¿Qué significa el mensaje de la misericordia para la praxis de la Iglesia? ¿Qué significa este mensaje para una nueva cultura de la misericordia en nuestra sociedad? (p. 28)

El sufrimiento en el mundo es probablemente el argumento de mayor peso del ateísmo moderno; pero más allá del absurdo, la impotencia, la desesperación o la evasión, hay muchas personas que no pueden dejar de pensar y de buscar. Hacerlo sería abdicar de nuestra humanidad y renunciar a la esperanza de que algún día reinará la justicia (p. 13). Más allá de las filosofías de la sospecha, hoy muchos buscan nuevas vías de acceso al sentido, reivindicando la compasión, la empatía, la vulnerabilidad, la alteridad o la solidaridad. El libro que presentamos enlaza todas estas intuiciones de nuestros contemporáneos con la misericordia.

Partiendo de los enfoques filosóficos y los tesoros de las otras tradiciones religiosas (cap. 2), se adentra en la tradición bíblica (cap. 4) y especialmente en el mensaje de Jesús sobre la misericordia divina (cap. 4), expresado en sus parábolas, su modo de vida entregado, sus curaciones, sus bienaventuranzas y su muerte en la cruz. Después de exponer una cristología desde la perspectiva de la misericordia de Jesús y del Padre, nos ofrece una teología sistemática en clave misericordiosa (cap. 5), donde recupera la centralidad de la misericordia como atributo de Dios, como espejo de la Trinidad y como meta de los caminos de Dios. En los siguientes capítulos se adentra en los aspectos más éticos de la misericordia. Bajo el manto de la bienaventuranza de la misericordia (cap. 6) aborda el mandamiento del amor, el perdón, las obras de misericordia y la identificación con los pobres. Una Iglesia, sacramento del amor y la misericordia, que no solo anuncia la misericordia, sino que la practica y la fomenta en una cultura de la misericordia, es abordada en un capítulo magistral (cap. 7) donde no se deja de lado la perspectiva ni en el sacramento de la penitencia ni en el derecho canónico. La preocupación por una cultura de la misericordia (cap. 8) en una época de crisis del Estado de bienestar le lleva a pensar el espacio social y político de la misericordia. Termina el libro con un capítulo dedicado a María como Madre y arquetipo de misericordia (cap.9).

El libro hace mucho bien, sobre todo al centrarnos en lo esencial, al dar con la «clave del Evangelio y de la vida cristiana», como bien reza el subtítulo. Ojalá al dar con el centro recuperemos lo esencial de la fe, dejemos al lado tantos fardos absurdos que la obstaculizan y podamos ofrecer algo de luz y de sentido a tantas personas de hoy que buscan caminos en medio del dolor y el sufrimiento.



No hay comentarios:

Publicar un comentario