Cuanto más me maraville de la bondad del ser, más sufriré del mal que lo corroe. El hecho de maravillarse es el principio del martirio: me hace al mismo tiempo dar testimonio de la belleza de la creación y recibir el latigazo del horror de su devastación.
Fabrice Hadjadj: A mí toda la gloria. Palabra, 2020. Pág. 76.
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