Zuboff, Shoshana: La era del capitalismo de la vigilancia. La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder. Paidós, Barcelona, 2020. 912 páginas. Traducción de Albino Santos. Comentario realizado por José Manuel Iglesias Granda.
A pocas personas cogen ya por sorpresa afirmaciones del tipo de “estamos a las puertas de un cambio de época” o “las nuevas tecnologías transformarán el mundo tal como lo conocemos”. Poco a poco nuestras rutinas se han visto transformadas por agentes como Amazon o Facebook, que de la noche a la mañana aparecieron ofreciéndonos nuevos servicios que antes no parecíamos necesitar pero que han resultado especialmente cómodos. ¿Quién no dedica buena parte de su tiempo ocioso a deslizar la pantalla de su móvil por las historias de sus amigos o conocidos? ¿Quién no se ha decantado más de una vez por comprar un libro por Amazon en lugar de desplazarse a su librería de confianza?
Pues bien, esta situación de cambio generalmente aceptada por todos no ha dejado indiferentes a los intelectuales, los cuales desde diferentes ángulos y perspectivas vienen desde hace tiempo ofreciéndonos múltiples estudios y análisis acerca de los pros y los contras de los nuevos usos de la tecnología. Shoshana Zuboff es una de ellas. Precisamente, su libro La era del capitalismo de la vigilancia es considerado por The Guardian hoy uno de los 100 mejores del siglo XXI.
En este texto —¡de más de 900 páginas, por cierto!—, la académica norteamericana desarrolla un nuevo concepto desde el que comprender los desafíos que el desarrollo de internet y todos sus derivados puedan acarrearnos. Concretamente, Zuboff acuña el concepto de “capitalismo de la vigilancia” para referirse a una supuesta mutación experimentada por el capitalismo a raíz del desarrollo de las nuevas tecnologías en general y del Big Data en particular. A su juicio, y esta es la tesis clave que subyace a todo el libro, la humanidad ha de enfrentarse a la gran amenaza de un nuevo sistema capitalista motorizado por la obtención de riqueza a partir del excedente conductual proveniente de la experiencia individual. Para Zuboff, el giro copernicano experimentado por el capitalismo al hilo del desarrollo tecnológico pasa por la mercantilización de una nueva parcela de realidad que hasta el momento había permanecido indemne. Esta es la de la experiencia íntima humana.
El foco de la preocupación de nuestra autora radica en las consecuencias que estas dinámicas pudieran acarrear a la humanidad. Consecuencias que, desde su perspectiva, pasarían por la grave amenaza de desaparición de los rasgos más genuinos del ser humano: su libertad, su voluntad y su intimidad. En esa dirección, la profesora de Harvard elabora una rica y documentada investigación basada en multitud de datos empíricos, entrevistas y estudios de caso e iluminada por ideas filosóficas de autores como Polanyi, Arendt o Skinner entre otros.
Ahora bien, ¿quién está detrás del “capitalismo de la vigilancia”? ¿Cuál es el enemigo sobre el que nos alerta Zuboff? Las grandes empresas tecnológicas son las responsables, a ojos de la autora, de los peligros señalados. Las características del individuo actual —el de la tercera modernidad como ella dice— sumadas a los imperativos neoliberales y a las demandas crecientes de ciber-vigilancia por parte de los gobiernos habrían constituido el caldo de cultivo para el desarrollo de esta derivada del capitalismo basada en el lucro a partir de la vigilancia. Las grandes tecnológicas se verían, por tanto, en una situación en la que las restricciones legales de invasión de la privacidad eran especialmente débiles; y en la que, además, los individuos demandarían cada vez con más insistencia —casi adictamente— sus servicios. Y todo ello auspiciado por un desarrollo tecnológico en expansión exponencial capaz de multiplicar por doquier las fuentes de “recolección” de datos o excedente conductual (internet de las cosas). En pocas palabras, estas empresas y todo su arsenal tecnológico constituyen para Zuboff un “Gran Otro” omnipresente en todos los ámbitos de la vida humana y dispuesto siempre a operar en función de unos intereses ajenos a los de los sujetos.
çA mi modo de ver, la reflexión de Zuboff es lúcida y sin duda pone sobre la mesa uno de los grandes peligros a los que nos enfrentamos: el hecho de convertirnos en títeres de grandes empresas dispuestas a lucrarse al precio que sea. Sin embargo, opino que los peligros no se agotan ahí. Van mucho más allá. Pues el desarrollo de las nuevas tecnologías, del Big Data y de la internet de las cosas tiene implicaciones más profundas relacionadas con el corazón mismo del sistema capitalista y con las dinámicas geopolíticas del pasado reciente y del futuro a corto y medio plazo.
En ese sentido, merece la pena traer a colación la severa crítica que Evgeny Morozov hace de este libro. Uno puede estar más o menos de acuerdo con el posicionamiento ideológico del bielorruso; sin embargo, no puede dejar de reconocer que hila muy fino al señalar que el concepto de “capitalismo de la vigilancia” acuñado por Zuboff puede resultar confuso a la hora de analizar en profundidad las causas de las problemáticas tratadas. La norteamericana se centra exclusivamente en la ética del intercambio de información entre las empresas y los usuarios supuestamente desencadenada con el surgimiento de esta nueva variante de capitalismo; sin embargo, no estudia en profundidad las hipotéticas relaciones entre los problemas tratados y la propia estructura del capitalismo en su conjunto. ¿La justicia en las relaciones de producción y distribución dentro de la nueva sociedad digitalizada no tienen nada que ver con las cuestiones que nos ocupan?
Por otro lado, y en estrecha conexión con lo anterior, para Zuboff el riesgo parece ser únicamente la expropiación de la experiencia humana en aras del lucro de las tecnológicas. Sin embargo, no entra en ningún momento a valorar otra cuestión que a mi modo de ver es fundamental a la hora de analizar estos temas: la geopolítica. Morozov conecta la expansión mundial de Google y Facebook con una larga lista de políticas norteamericanas basadas en el “libre flujo de información global” y orientada finalmente a conseguir la expansión planetaria de las empresas del gigante americano. Y, en ese sentido, acusa a Zuboff de que su concepto de “capitalismo de la vigilancia” oculta las bases geopolíticas que hicieron posible la expansión de las tecnológicas de Silicon Valley.
Personalmente, pienso que no podemos entender nuestra historia reciente sin considerar el papel de EE.UU. como agente geopolítico dispuesto a imponer mundialmente la hegemonía de sus intereses. Al igual que creo que tampoco podemos entender nuestro presente y futuro inmediato sin tener en cuenta la irrupción de China —y de su eficiente “capitalismo de estado”— ya no solo como rival directo de EE.UU. en ese aspecto sino como candidato evidente para sustituirle en el papel de potencia hegemónica. Así pues, desde la crítica de Morozov, considero que el análisis de Zuboff es insuficiente a la hora de abordar en su conjunto la magnitud del problema que suponen las nuevas tecnologías en general y el Big Data en particular. No obstante, considero que es importante ir más allá del bielorruso y, sin dejar de criticar las dinámicas imperialistas estadounidenses, poner el foco en China y en las estrechas relaciones que el gobierno del gigante asiático tiene con las tecnológicas nacionales totalmente bajo su control.
Las más de novecientas páginas de Zuboff explican con gran claridad cómo las nuevas tecnologías pueden usurpar las parcelas más preciadas de nuestra individualidad, privándonos de nuestra libertad, voluntad e intimidad. ¿No resulta estremecedor pensar lo que puede suponer la hegemonía de un poder tan opaco como el chino en un futuro que se presenta necesariamente marcado por estos nuevos avances tecnológicos?
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