Clayton, Philip y Peacocke, Arthur (eds.): En él vivimos, nos movemos y existimos. Reflexiones panenteístas sobre la presencia de Dios en el mundo tal como lo describe la ciencia. Sal Terrae-UPCo, Maliaño-Madrid, 2021. 332 páginas. Traducido por José Manuel Lozano-Gotor. Comentario realizado por Leandro Sequeiros (Presidente de la Asociación Interdisciplinar José de Acosta, de Madrid).
La palabra “panenteísmo”, como atestiguan todos los artículos estándar de los diccionarios especializados, fue acuñada por Karl Christian Friederich Krause (1781-1832), filósofo idealista alemán y coetáneo de Hegel. Uno de los editores de este volumen, Philip Clayton, sugiere que los teólogos idealistas de inicios del siglo XIX, como Krause, desarrollaron una serie básica de intuiciones heredadas del siglo XVIII, y que tales intuiciones derivaban de la idea de Nicolás de Cusa de que la creación acontecía “en” Dios (Ph. Clayton: The Problem of God in Modern Thought. Cambridge 2000, 150-151), así como de la sustitución por Descartes de la noción escolástica de infinitud por otra más participativa.
La palabra alcanzó amplia difusión en Estados Unidos a través de Charles Harsthorne, “el más destacado defensor del panenteísmo en EE.UU.”, en especial a través de su compilación de textos sobre Dios, Philosophers Speak of God, de 1953. Y fue reintroducida en Gran Bretaña por John Robinson, cuyo libro Exploración en el interior de Dios (original de 1967) desarrolla las sugerencias doctrinales de su controvertido superventas Honest to God, Sincero para con Dios (original de 1963). Y el principal exponente del panenteísmo en ese país, aunque el término no le gusta, es el filósofo y teólogo John Macquarrie. El panenteísmo de Macquarrie deriva de la posición “existencia-ontológica” de la primera edición de sus Principles of Christian Theology, 1966, que a su vez es un desarrollo de su crítica ontológica a los existencialistas Heidegger y Bultmann.
Esta breve introducción nos centra ahora en el volumen que comentamos y que puede tener gran interés para los lectores, que reflexionan sobre las relaciones interdisciplinares entre las ciencias, la racionalidad filosófica y las creencias religiosas.
Nos centramos en el volumen que comentamos. Volviendo a hace 20 años, recordamos que entre los días 6 y 8 de diciembre del año 2001 se reunieron en el recinto del castillo de Windsor un nutrido grupo interdisciplinar de expertos para celebrar un simposio auspiciado por la Fundación John Templeton sobre cómo explicar la acción de Dios en el mundo. El presente volumen, traducido del inglés, se organiza en 19 capítulos correspondientes a las intervenciones de todos los participantes en el simposio, así como por el doctor en Teología Michael W. Brierley, que realizó su tesis doctoral sobre el panenteísmo, a quien se encomendó que aportara una visión de conjunto.
La filosofía, la ciencia y la teología panenteístas no están demasiado extendidas entre nosotros. Y con frecuencia, mucha gente confunde panteísmo y panenteísmo. De un modo muy simple se puede decir que, para el panteísmo, TODAS las cosas son Dios; mientras que el panenteísmo sostiene que Dios ESTÁ en todas las cosas, pero estas no son Dios. Entre nosotros, el panenteísmo se ha divulgado en ciertos ambientes gracias a las obras de Pierre Teilhard de Chardin que en esto prolonga la espiritualidad de la Contemplación para Alcanzar Amor de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.
Para los lectores puede resultar de interés este cuidado volumen de la colección Ciencia y religión. Para valorar su dimensión interdisciplinar entre la ciencia y la fe, hemos de citar al filósofo, científico y teólogo Philip Clayton que habla del “giro panenteísta” en la teología del siglo XX (Ph. Clayton. “The Panentheistic Turn in Christian Theology”. Dialog, 38 [1999], 289-293).
La palabra “panenteísmo” es menos conocida que la palabra “panteísmo”. Esta fue propuesta por vez primera a principios del siglo XVIII y luego adoptada por los tradicionalistas como insulto para toda insinuación de alejamiento del teísmo clásico, en especial cuando la inmanencia divina pasó al primer plano de la teología, desde finales del siglo XIX hasta la conclusión de la Primera Guerra Mundial. Teísmo clásico, panenteísmo y panteísmo son reconocidos como los patrones básicos con cuya ayuda analizar la doctrina sobre Dios.
En la actualidad, toda una pléyade de teólogos se caracteriza a sí mismo como panenteísta. Algunos suscriben el “teísmo del proceso” y la “filosofía del proceso”, como un subconjunto de pensadores en torno al panenteísmo: tales son, Hartshorne, Norman Pittenger, Charles Birch, Schubert Ogden, John Cobb, James Will, Jim Garrison, David Pailin, Joseph Bracken, David Griffin, Jay McDaniel, Daniel Dombrowski y Anna Case-Winters.
Otros que se identifican a sí mismos como panenteístas son: Alan Anderson, Leonardo Boff, Marcus Borg, Philip Clayton, Scott Cowdell, Denis Edwards, Paul Fiddes, Matthew Fox, Donald Gelpi, Peter Hodgson, Christopher Knight, John Macquarrie (aunque no le gusta el nombre), Paul Matthews, Sallie McFague, Jürgen Moltmann, Hugh Montefiore, Helen Oppenheimer, Arthur Peacocke, Piet Schoonemberg, Claude Stewart y Kallistos Ware.
Además, un grupo de pensadores y teólogos ha sido identificado por otros como panenteístas. Tales son Nikolai Berdiaev, Peter Berger, James Bethune-Baker, Dietrich Bonhöffer, Martin Buber, Sergei Bulgakov, Rudolf Bultmann, Martin Heidegger, Karl Heim, William Hocking, Geddes MacGregor, Charles Pierce, Rosemary Radford Ruether, Albert Schweitzer, Pierre Teilhard de Chardin, Paul Tillich, Ernst Troeltsch, Alan Watts, Paul Weiss y Alfred Whitehead; los idealistas británicos John y Edward Caird y Andrew Seth Pringle-Pattison; los alemanes decimonónicos Schleiermacher, Fichte, Hegel, Schelling, Baur, Fechner y Pfleiderer; así como los teólogos medievales Nicolás de Cusa y Maestro Eckhart.
En definitiva: las personas de nivel intelectual universitario y mentalidad interdisciplinar encontrarán en este volumen un arsenal intelectual poderoso que puede reelaborar muchos de los paradigmas heredados de otras filosofías. Un capítulo extenso con las notas y un índice biográfico de los autores, completan el estudio. Resaltemos la labor cuidadosa y actualizada (para los trabajos en español) del traductor, José Manuel Lozano-Gotor.
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