Errasti, José y Pérez Álvarez, Marino: Nadie nace en un cuerpo equivocado. Éxito y miseria de la identidad de género. Deusto, Barcelona, 2022. 293 páginas. Prólogo de Amelia Valcárcel. Comentario realizado por Marta Medina Balguerías.
Contra el pronóstico de los propios autores, Nadie nace en un cuerpo equivocado ha tenido una gran acogida. Tanta, que lleva varias ediciones en pocos meses (solo en el primer mes ya eran dos). Y es que se trata de un libro muy valioso, pero, sobre todo, un libro que hacía mucha falta. Como Errasti y Pérez ponen de relieve a lo largo del ensayo, el debate sereno y racional sobre las cuestiones relativas a la identidad de género no solo es (casi) inexistente, sino “castigado” con el pretexto de la transfobia de quienes lo intentan.
A lo largo de la obra los autores abordan la ideología queer desde distintos puntos de vista para intentar explicar cómo hemos llegado hasta la asunción de sus ideas por parte de muchas personas, empresas, corporaciones y gobiernos; para situarse críticamente ante esta postura dando argumentos científicos y filosóficos, y para apuntar cómo podría salirse de este embrollo. Errasti y Pérez son profesores de Psicología en la Universidad de Oviedo y utilizan los hallazgos de su ciencia en la discusión, pero también se asoman a la biología, la filosofía, la legislación y la sociología.
El ensayo es sumamente respetuoso con las personas que tienen disforia de género y, más ampliamente, con las “personas que no encajan o no se identifican con los estereotipos socioculturales de su sexo” (p. 277). Los autores apuntan constantemente al sufrimiento real de quienes se encuentran en una situación así e intentan discernir cuál es la mejor manera de acompañarlos.
Lo que se critica aquí es el nuevo movimiento activista queer que pretende que tanto el sexo como el género son algo que la persona determina por sí misma, sin ninguna referencia externa, y que hay tantos géneros como personas. Esta visión, a juicio de Errasti y Pérez, se basa en una filosofía insostenible (el constructivismo posmoderno), malinterpreta conocimientos biológicos sobre el sexo, atenta contra el feminismo, acaba preso de estereotipos retrógrados, interviene de manera agresiva e irreversible en las personas sin un acompañamiento y un discernimiento serio (especialmente grave en el caso de la infancia y la adolescencia) y “esencializa” cuestiones que en realidad tienen un fuerte componente de aprendizaje social. El movimiento además acusa de tránsfobo a quien intenta dialogar con sus premisas, de manera que, de facto, cancela cualquier posibilidad de discusión racional sobre ellas. Son muchas las personas que no se atreven a decir lo que piensan al respecto por miedo al ostracismo social e, incluso, a las sanciones de diverso tipo.
Aunque en la obra se exploran diversas causas que han podido hacer del movimiento queer lo que es, los autores dan una preponderancia mayor al análisis del “espíritu de los tiempos, relacionado con el individualismo, el sentimentalismo y el narcisismo” (p. 282) como clave de su éxito.
Habría muchas ideas interesantes que subrayar de este ensayo, pero en lugar de ello animamos vivamente a leerlo. Es un texto que fluye con gracia, que se entiende muy bien, que está bien informado y argumentado, y en el que la ironía está utilizada de manera sana e inteligente para hacernos pensar. Esta es, quizá, la mayor virtud del libro: que da qué pensar y establece unas coordenadas necesarias para situarse ante el debate con datos científicos en la mano. Que además lo haga de manera atractiva, amena e interpelante es la guinda del pastel.
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