Cencini, Amedeo y Manenti, Alessandro: Psicología y teología. Sal Terrae, Santander, 2019. 303 páginas. Colección Presencia Teológica nº 243. Introducción de Franco Imoda. Traducción de M. M. Leonetti. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.
¿Qué puede decir una ciencia relativamente reciente como la psicología a la elaboración secular del pensamiento teológico? ¿De qué modo puede enriquecer la reflexión psicológica a la teología en su misma formulación y no solo en el ámbito de la actuación pastoral o del "empleo inmediato" para hacer frente a trastornos o a problemas patológicos?
En la introducción, los autores quieren dejar muy claro que este libro se sitúa en continuidad con otra obra anterior: Psicología y formación. Estructuras y dinamismos (Paulinas, México, 1998). Allí se describía al hombre (ser humano) "psicológico" en cuanto abierto a la dimensión de los valores y de la trascendencia; aquí se centrarán en ilustrar su complementariedad con el hombre "teológico".
¿La psicología puede ser un complemento de la teología? Obviamente, sí. Cencini y Manenti afirman desde el inicio de su obra que su planteamiento les lleva a pensar que la psicología y la teología son dos aproximaciones diferentes al mismo objeto de estudio. Existe una interacción entre los dos modos de pensar, la cual se da a tres niveles:
- el modo psicológico de describir el funcionamiento psíquico se conecta a modo de interfaz con el modo teológico de describir el "funcionamiento" teológico de la persona humana;
- el modo psicológico de sentir la vida (para experimentar antes que nada dentro de uno mismo) de sentir la vida a la luz de la autorrevelación de Dios en Jesús;
- el modo psicológico de actuar en la vida (del que servirse para la existencia, por consiguiente para vivir) se conecta a modo de interfaz con el modo de vivir en el horizonte de Dios.
Con otras palabras: psicología para estudiar, experimentar y usar por una teo-logía para estudiar, una teo-fanía para experimentar y una teo-patía para vivir con pasión. Bonito resumen.
Para poder explicar con detalle estas cuestiones, los autores dividen su obra en tres partes: contenidos a nivel de visión antropológica de la persona humana (parte I), a nivel intrapsíquico (parte II) y a nivel de relaciones (parte III).
La primera parte (visión antropológica) se inicia con una reflexión sobre la psicología y su importancia, sobre lo que se le puede y no se le puede pedir. Su papel en las mediaciones, en relación con el misterio y el enigma. Sus teorías y los modelos antropológicos que subyacen y sustentan dichas teorías.
La segunda parte (nivel intrapsíquico) parte de una reflexión sobre la vida cristiana y el análisis del fin, las dinámicas psicológicas que se producen, el mundo de los símbolos, su fuerza, el mundo abigarrado del sentir, de la decisión, etc. El papel del consciente y del inconsciente en la vida psíquica, su relación con el compromiso de vida...
La tercera parte (nivel de relaciones) se centra en el universo de las relaciones como expresión de la intersubjetividad, su papel en la construcción de la persona y la importancia del reconocer a y ser reconocido por los demás.
Cada una de las partes del libro finaliza con un apartado muy sugerente titulado Perspectivas abiertas. En él, los autores plantean cuestiones abiertas que van muy al hilo de los temas tratados en cada parte, y que se centran en la extraordinaria aportación que la psicología puede hacer a la teología. Todas las personas que se acercan a la teología están invitadas (desde la psicología) a estudiarla, a rehacerla (reelaborarla) y a vivirla. Una teología desencarnada, que no ayude a las personas a acercarse al Misterio, sencillamente, no sirve para nada.
Libro muy recomendable para quienes se toman en serio tanto la psicología como la teología y sus relaciones. Escrito con un lenguaje teórico avanzado (aunque apto para todos los públicos), no es un manual al uso de psicología aplicada. Sí que es un libro pensado para quien quiera comprender mejor a Dios y al hombre, su relación y sus caminos de encuentro.
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